jueves, 24 de diciembre de 2015

En el diván del obstruido.

Nada. Cómo si no fuese terrible contar con ciertos sentimientos execrables ocultos en el inconsciente,  ahora debo explorarlos, sacarlos, mirarlos fijamente a sus cavidades vacías y hacerles frente.
Me fastidia que la gente no se dé cuenta que es necesario cambiar la relación con el entorno, que ya no es necesario solo pensar en ahorrar, sino, en “rescatar” los recursos naturales.
Que todos, incluyéndome queremos tener la verdad, la razón, que no miramos más allá de nuestro egoísta intelecto, que jalamos el agua, la tierra, las vaquitas y hasta la mala yerba para nuestro molino, que incluso cuando pedimos justicia o derechos para el otro, lo hacemos desde nuestra perspectiva, desde el cristal lechado, que obstruye nuestra vista.
Me fastidia que mi cuerpo se vengue en horario y formato no establecidos, es decir cuando le da la gana y de la forma que le da la gana.
Odie mi colegio. Siempre, a excepción de breves lapsos (si se toma en cuenta 13 años de la vida) en los que disfruté o creí hacerlo.
No me gusta que me quieran imponer religiones ni estereotipos y me duele que personas a quien amo sean las principales impositoras.
No me gusta timbrar las entradas y salidas, pero me gusta menos no timbrar las entradas y salidas en el tiempo señalado.
No quiero que me vean cómo una sarnosa, aunque yo misma en ocasiones me siento así y hasta me da risa.
No me gusta ir perdiendo poco a poco las nociones ortográficas adquiridas en el transcurso de la vida. Y lamentablemente por razones técnicas computacionales pienso yo, está sucediendo.
No me agrado a veces, y eso no me agrada.
Me fastidia el reggaetón y las bachatas y la gente que escucha reggaetón y bachata en alto.
No me agrada el chisme, pero forma parte de mi silueta.
Bien creo que es todo por hoy. A disfrutar ingresando datos… 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Es a caso un dialelo? Preguntas irrespuestas...

Sucedió… Una vez más. 
Desde el día de ayer vuelve a estar presente este malestar físico.Pensé que ya lo había vencido pero no, aquí está otra vez dejándome con un chuchaqui seco (fue una noche de batalla y sin descanso) del cual me cuesta un tanto liberarme. La incomodidad empezó hace unos años atrás quien sabe exactamente cuándo, cual fue el detonante o que lo  desencadena, cómo es que a ratos viene con intensidad agobiante o cómo es que a ratos ligeramente se va. Mi codo ha sufrido también su parte desde que estos episodios surgieron. La razón, esa especie de auto tacañería absurda que sinceramente me parece acertada. Las cuentas y facturas a doctores y especialistas se van sumando y parece no tener fin. Ahora he optado por el servicio público. Efectuándose ya la primera de una (se ve venir) ringlera de citas más. Así que no queda otra cosa que esperar y depositar todo eso a lo que llaman fe en la medicina y sus carpinteros, cruzando los dedos por si acaso, para que en esta ocasión, no se mueva el clavo. Al margen lo positivo de la salud pública: que a mi bolsillo no corroerá tanto las consecuencias. A razón de los facultativos lo que se me aconseja es la meditación, relajación y obvio alguna que otra pastilla cómo no va a ser de otra forma, para demostrar con indicadores cuantitativos el bien  hecho a la sociedad y su alineación con el sumak kawsay…Pastillas, pastillas, pastillas. Se me viene a la mente una que otra estrofilla de canciones que hacen alusión tales como: te hacen falta vitaminas o pastillas para no soñar o necesito un doctor que me dé la medicina y también porqué no esa de la bilirrubina.Y luego el ejercicio, la sana alimentación, los buenos hábitos diarios, la eliminación de ingesta de alcohol, el descanso, bla bla bla, cómo si los tiempos actuales lo permitieran y cómo si la privación tuviera algún sentido en la vida, o sea si o  vives privándote o te privas para vivir entonces mejor échate a perder. Debo escribir para soltarlo todo, sentirme mejor y no permitir somatizar dicen; y eso me gusta, lo de escribir; digo. Pero muy a diferencia de lo que se pueda esperar en ocasiones hasta escribir o más bien el no hacerlo y quedar en blanco me abruma o cómo no lo diría un norteamericano me “overwhell(mea)”, así entre comillas, con paréntesis y cursiva. Posteriormente al sano ejercicio de escritura se me aconseja hacer algo que me guste, que disfrute, que me alegre. Pero eso sí, nada de acostarse en la cama y taparse con las cobijas hasta la coronilla… Entonces me pregunto y qué más puedo hacer? Cocinar? Bah! Bailar? Bah Correr? Bah Pintar? Bah! Comer? Siiiii. Pero esperen hay que recordar la sana alimentación… entonces Bah! Bueno debo ir a buscar algo que me divierta tomando en cuenta que he robado unos minutos a mi trabajo y aún debo terminarlo sin saber cómo encontrarle placer a la rutina. Así que es todo por el momento. Escritura sin sentido a partir de ahora.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Tardes de viernes 13

En la pequeñez de esta tarde de viernes, después del trabajo y de una subsecuente mala toma de decisiones, me vi enfrentada a una infinita puesta en escena con tinte de tragicómedia.
Resumiré para no cansar, en un solo acto:
"Encontreme" dentro de una sardinera, la cual esperé por largos minutos casi transformados en horas y a la que fue una verdadera hazaña subir, todo debido al atropellamiento burdo de un gentío conformado por obreros, oficinistas, estudiantes, madres con sus hijos y uno que otro pelagato sapo de la grecia q intentó colarse, sin importarle si quiera los gritos discordantes que decían "a la fila, no se cole, respete la filaaaa"
Una vez dentro y aún antes de q la chatarrita inicie su recorrido empezó el tormento.
Y no sé q es peor, si el chirrido punzante y pungente que proviene de los pequeños críos vaya usted a saber porque motivo,  o la grotesca alaraca de los infames pubertos que producen vergüenza ajena y propia al imaginarse q es posible uno también haya atormentado a la gente de esa manera.
Afortunadamente por la hora, no hubo demasiado tráfico como es normal por estos lares y pude llegar a feliz encuentro con mi destino

martes, 15 de septiembre de 2015

El que quiere celeste que le cueste.

Hago alusión a este refrán con tristeza, dolor, impotencia y sobre todo temor.
En estos últimos tiempos Quito se ha despertado e incluso ha tenido intenciones de retozar con un cielo "límpido en su celestura". Un cielo pomposo, en el que se anteponen las cúpulas y picos de las iglesias para que fotografos nacionales y extranjeros,  profesionales y noveleros se lleven un recuerdo de estampa.
Pero es Quito, con esta falta de nubes y lluvias (propias de estas épocas en septiembres pasados) el co participe de tan nefasta experiencia.
La ciudad arde. Se quema, nos quema. La quemamos. Nos quemamos. Estamos frente a un suicidio, porque si la ciudad la hacen los ciudadanos,  es una especie de inmolación.
Q vengan las aguas. Q la ciudad se oscurezca, mas con lluvia de agua purificante de las alturas y no con ceniza asfixiante de las entrañas...

lunes, 17 de agosto de 2015

En un mundo en paralelo...

Cuando una mujer entra a cierta edad, debe aprender a lidiar con una retahíla de preguntas y comentarios que, dependiendo del día del mes que sea sabrá afrontarlos, no hacerles caso, de pronto hasta fingir que no le afectan, si está de a malas que le afecten o por último y este es el más (o menos dependiendo del caso) acertado, responder casi como perro de Pavlov con todo un arsenal de argumentos.

Recuerdo (o no sé si estoy robando el recuerdo de alguien más) que cuando tenía unos seis o siete años en alguna ligera riña con mi madre y mi abuelo por "vaya usted a saber el porqué", finalicé mi round con un "cuando yo tenga mis hijos" haciendo alusión muy tonta e inocentemente a que mi yo del futuro sabría cómo educarlos de la mejor manera, supongo. Y esa fue, creo yo, la única ocasión que sentí o al menos pensé sentir tal vocación.


Luego cuando uno va configurando lo que llaman la personalidad, se da cuenta que hay otros intereses, otras metas, otros sueños más allá de lo que la moral, la ética, la familia, la moda o inclusive los ismos han impuesto. Y entonces sin saberlo siquiera te montas a toda la sociedad (toda entiéndase por la mayoría) en contra de ti; por que tus pensamientos, tus ideales, tus anhelos no se ajustan a lo que "dicen" es un designio de la naturaleza y lo más lindo del mundo (léalo con tono amelcochado).


Cierta vez, cuando fervorosamente manifestaba mi pensamiento radical de no tener hijos,  mi padre con voz seria y taciturna (al margen: siempre quise decir esa tan trillada frase) me dijo: "una mujer que no tiene hijos es como un árbol que no da frutos". Palabras que quedaron retumbando en la mente y hacían un pequeño orificio en el corazón. Era como si al final debía destruir un alma, o la suya o la mía. Preferí concluir ahí mi disertación y dejar pasar.


Y así cómo ya lo expuse antes las saetas en forma de incómodos discursillos o muy inapropiados consejos se hacen cada vez más intensas,  últimamente inclusive, se han convertido también en una especie de preocupación... será que no puedes? Pues no lo sé, nunca lo he intentado.


Algunos de los pasquines invisibles que frecuentan las conversaciones y que me hacen pensar que lo que quieren en verdad es asquearme, suenan más o menos como: "quien te va a cuidar en tu vejez?", "los hijos afianzan la relación", "no hay nada cómo tenerlo entre tus brazos", "desde el momento que nace no vas a volver a descansar pero vale la pena", "los hijos son una alegría"...  y bueno desisto de seguir porque la urticaria empieza a hacer mella.


A cambio (claro que casi siempre en mutis), alego que si no tengo hijos todo el dinero que en mi juventud haga va a ser todo mío y cuando envejezca tendré el suficiente para yo misma auspiciarme una linda casa de retiro; que con un hijo la relación se convertirá en un triángulo amoroso que en algunos casos no sale muy bien y a quien le toca salir injustamente en gran parte de los casos es al padre; que hay días en los que me pesa llevar hasta la cartera en el brazo y no tengo más que dejarla guardada en el armario; que amo descansar, dormir, no tener horarios (a excepción del trabajo, pero que si me aburro puedo dejarlo sin remordimiento); que levantarme junto al ser que amo, disfrutar una sobre mesa con mi familia, ver un lindo día, leer un libro, escribir, comer, salir con los amigos... es mi alegría.


Para terminar con esta testificación y a manera de defensa, quiero indicar que la única y válida razón que me hace pensar en dar vida a un ser, es el amor. Es el ver reflejada la felicidad de quien amo en los ojos de quien amaré. Es disfrutar de las sonrisas, de convertir un proyecto de vida de dos en una partecita más. Es levantarme junto a los seres que amo y amaré, es disfrutar con una familia en crecimiento, es ver un lindo día en compañía, leerle un libro a alguien, enseñarle lo que escribo, devorar juntos una cena y de vez en cuando si es que es posible, que nos visiten los amigos.

¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?

  Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...