lunes, 17 de agosto de 2015

En un mundo en paralelo...

Cuando una mujer entra a cierta edad, debe aprender a lidiar con una retahíla de preguntas y comentarios que, dependiendo del día del mes que sea sabrá afrontarlos, no hacerles caso, de pronto hasta fingir que no le afectan, si está de a malas que le afecten o por último y este es el más (o menos dependiendo del caso) acertado, responder casi como perro de Pavlov con todo un arsenal de argumentos.

Recuerdo (o no sé si estoy robando el recuerdo de alguien más) que cuando tenía unos seis o siete años en alguna ligera riña con mi madre y mi abuelo por "vaya usted a saber el porqué", finalicé mi round con un "cuando yo tenga mis hijos" haciendo alusión muy tonta e inocentemente a que mi yo del futuro sabría cómo educarlos de la mejor manera, supongo. Y esa fue, creo yo, la única ocasión que sentí o al menos pensé sentir tal vocación.


Luego cuando uno va configurando lo que llaman la personalidad, se da cuenta que hay otros intereses, otras metas, otros sueños más allá de lo que la moral, la ética, la familia, la moda o inclusive los ismos han impuesto. Y entonces sin saberlo siquiera te montas a toda la sociedad (toda entiéndase por la mayoría) en contra de ti; por que tus pensamientos, tus ideales, tus anhelos no se ajustan a lo que "dicen" es un designio de la naturaleza y lo más lindo del mundo (léalo con tono amelcochado).


Cierta vez, cuando fervorosamente manifestaba mi pensamiento radical de no tener hijos,  mi padre con voz seria y taciturna (al margen: siempre quise decir esa tan trillada frase) me dijo: "una mujer que no tiene hijos es como un árbol que no da frutos". Palabras que quedaron retumbando en la mente y hacían un pequeño orificio en el corazón. Era como si al final debía destruir un alma, o la suya o la mía. Preferí concluir ahí mi disertación y dejar pasar.


Y así cómo ya lo expuse antes las saetas en forma de incómodos discursillos o muy inapropiados consejos se hacen cada vez más intensas,  últimamente inclusive, se han convertido también en una especie de preocupación... será que no puedes? Pues no lo sé, nunca lo he intentado.


Algunos de los pasquines invisibles que frecuentan las conversaciones y que me hacen pensar que lo que quieren en verdad es asquearme, suenan más o menos como: "quien te va a cuidar en tu vejez?", "los hijos afianzan la relación", "no hay nada cómo tenerlo entre tus brazos", "desde el momento que nace no vas a volver a descansar pero vale la pena", "los hijos son una alegría"...  y bueno desisto de seguir porque la urticaria empieza a hacer mella.


A cambio (claro que casi siempre en mutis), alego que si no tengo hijos todo el dinero que en mi juventud haga va a ser todo mío y cuando envejezca tendré el suficiente para yo misma auspiciarme una linda casa de retiro; que con un hijo la relación se convertirá en un triángulo amoroso que en algunos casos no sale muy bien y a quien le toca salir injustamente en gran parte de los casos es al padre; que hay días en los que me pesa llevar hasta la cartera en el brazo y no tengo más que dejarla guardada en el armario; que amo descansar, dormir, no tener horarios (a excepción del trabajo, pero que si me aburro puedo dejarlo sin remordimiento); que levantarme junto al ser que amo, disfrutar una sobre mesa con mi familia, ver un lindo día, leer un libro, escribir, comer, salir con los amigos... es mi alegría.


Para terminar con esta testificación y a manera de defensa, quiero indicar que la única y válida razón que me hace pensar en dar vida a un ser, es el amor. Es el ver reflejada la felicidad de quien amo en los ojos de quien amaré. Es disfrutar de las sonrisas, de convertir un proyecto de vida de dos en una partecita más. Es levantarme junto a los seres que amo y amaré, es disfrutar con una familia en crecimiento, es ver un lindo día en compañía, leerle un libro a alguien, enseñarle lo que escribo, devorar juntos una cena y de vez en cuando si es que es posible, que nos visiten los amigos.

¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?

  Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...