Nada. Cómo si no fuese terrible contar con ciertos sentimientos execrables ocultos en el inconsciente, ahora debo explorarlos, sacarlos, mirarlos fijamente a sus cavidades vacías y hacerles frente.
Me fastidia que la gente no se dé cuenta que es necesario cambiar la relación con el entorno, que ya no es necesario solo pensar en ahorrar, sino, en “rescatar” los recursos naturales.
Que todos, incluyéndome queremos tener la verdad, la razón, que no miramos más allá de nuestro egoísta intelecto, que jalamos el agua, la tierra, las vaquitas y hasta la mala yerba para nuestro molino, que incluso cuando pedimos justicia o derechos para el otro, lo hacemos desde nuestra perspectiva, desde el cristal lechado, que obstruye nuestra vista.
Me fastidia que mi cuerpo se vengue en horario y formato no establecidos, es decir cuando le da la gana y de la forma que le da la gana.
Odie mi colegio. Siempre, a excepción de breves lapsos (si se toma en cuenta 13 años de la vida) en los que disfruté o creí hacerlo.
No me gusta que me quieran imponer religiones ni estereotipos y me duele que personas a quien amo sean las principales impositoras.
No me gusta timbrar las entradas y salidas, pero me gusta menos no timbrar las entradas y salidas en el tiempo señalado.
No quiero que me vean cómo una sarnosa, aunque yo misma en ocasiones me siento así y hasta me da risa.
No me gusta ir perdiendo poco a poco las nociones ortográficas adquiridas en el transcurso de la vida. Y lamentablemente por razones técnicas computacionales pienso yo, está sucediendo.
No me agrado a veces, y eso no me agrada.
Me fastidia el reggaetón y las bachatas y la gente que escucha reggaetón y bachata en alto.
No me agrada el chisme, pero forma parte de mi silueta.
Bien creo que es todo por hoy. A disfrutar ingresando datos…
Me fastidia que la gente no se dé cuenta que es necesario cambiar la relación con el entorno, que ya no es necesario solo pensar en ahorrar, sino, en “rescatar” los recursos naturales.
Que todos, incluyéndome queremos tener la verdad, la razón, que no miramos más allá de nuestro egoísta intelecto, que jalamos el agua, la tierra, las vaquitas y hasta la mala yerba para nuestro molino, que incluso cuando pedimos justicia o derechos para el otro, lo hacemos desde nuestra perspectiva, desde el cristal lechado, que obstruye nuestra vista.
Me fastidia que mi cuerpo se vengue en horario y formato no establecidos, es decir cuando le da la gana y de la forma que le da la gana.
Odie mi colegio. Siempre, a excepción de breves lapsos (si se toma en cuenta 13 años de la vida) en los que disfruté o creí hacerlo.
No me gusta que me quieran imponer religiones ni estereotipos y me duele que personas a quien amo sean las principales impositoras.
No me gusta timbrar las entradas y salidas, pero me gusta menos no timbrar las entradas y salidas en el tiempo señalado.
No quiero que me vean cómo una sarnosa, aunque yo misma en ocasiones me siento así y hasta me da risa.
No me gusta ir perdiendo poco a poco las nociones ortográficas adquiridas en el transcurso de la vida. Y lamentablemente por razones técnicas computacionales pienso yo, está sucediendo.
No me agrado a veces, y eso no me agrada.
Me fastidia el reggaetón y las bachatas y la gente que escucha reggaetón y bachata en alto.
No me agrada el chisme, pero forma parte de mi silueta.
Bien creo que es todo por hoy. A disfrutar ingresando datos…