Suceso francés de repercusión internacional, en el que se entrelazaron el espionaje, las intrigas, la división política y el error judicial
Introducción
En el presente trabajo se realizará un breve resumen del
Caso Dreyfus, proceso que se inició en Francia en 1894 y que duró 12 años;
en el cual, el capitán judeo francés Alfred Dreyfus fue acusado de “traición a
la patria” en cuanto se dijo que había filtrado información militar secreta a
Alemania. Este caso tuvo repercusión no solo dentro del país si no a nivel
internacional ya que se trató en palabras de Silvia Cherem (2004): “uno de los
antisemitismos más virulentos que hasta entonces se conociera y quedó para la
historia como un vergonzoso ejemplo del conflicto de intereses que prevalece
entre la ética y la política”.
Para realizar esta síntesis, nos basaremos en el artículo "La historia absuelve a Dreyfus" del diario El
Tiempo (1994), en el artículo "El affaire Dreyfus
y el laberinto de la conspiración" de José Pacheco, escrito en la revista Letras Libres (1999) y en el artículo
de Silvia Cherem: Nedda Anhalt: "El affaire
Dreyfus sigue abierto" escrito en la revista Casa del Tiempo. Posteriormente, se realizará un análisis de
las circunstancias y el contexto en el que se desarrolló este caso, lo que
permitirá llegar a las respectivas conclusiones.
Resumen
Francia, 1894. El mayor Hubert Joseph Henry, subjefe de contra
espionaje del Ministerio de Guerra francés, intercepta un documento dirigido al
agregado militar alemán en París, el coronel Maximilien von Schwarzkoppen. Este bordereau era una lista de documentos estratégicos militares que habían sido
puestos en venta. Se podía suponer que únicamente un “oficial del estado mayor podía tener
acceso a ellos” y entre estos se apuntaba como posible conspirador al ingeniero
politécnico Alfred Dreyfus, todo ello bajo la premisa de que Dreyfus a más de
ser judío era “alsaciano, es decir casi alemán, y hablaba el maldito idioma del
enemigo” (Pachecho, 1999). Aun cuando este “era uno de los pocos judíos que
logró ascender en la milicia francesa y, creyendo en los valores libertarios de
igualdad que su país ofrecía, desdeñó su identidad judía y se asumió como
"profundamente francés"(…)”
Una vez inculpado, el oficial Dreyfus en medio de tretas, fue
sometido a una prueba caligráfica en la cual como parte del análisis se
observaría que “si temblaba, era culpable; si se mantenía sereno, estaba
fingiendo”. Con las pruebas realizadas se pudo observar que su letra se
asemejaba a la del documento implicatorio, pero esto no podía tomarse como
única e indudable prueba ya que, “en una época en que la escuela francesa había
unificado los rasgos caligráficos de todos los estudiantes y en la medida en
que los rasgos de un pulso se parecen a los rasgos de otra persona con la misma
edad y la misma instrucción”, no era de extrañarse que los rasgos tengan cierta
similitud.
Al encontrarlo culpable, Dreyfus fue degradado. Le arrancaron
sus insignias, rompieron su espada y lo hicieron caminar ante una multitud que
gritaba frases antisemitas. Aun cuando muchos deseaban que fuera condenado a
muerte por alta traición, fue sentenciado a cadena perpetua en la Isla del
Diablo en la Guyana Francesa, lugar inhóspito, infernal, “donde agonizaba
siendo vigilado día y noche, sin poder dormir ni hablar con nadie y enfermando
de malaria.”
En 1896, el mayor (¿o coronel?) Marie Georges Picquart, quien
sería jefe del Departamento de Inteligencia francés, encontró entre la basura
del agregado Schwarzkoppen un petit bleu, una carta dirigida al mayor Ferdinand Walsin
Esterhazy. Utilizando documentos con su escritura evidenció que la letra de
este y del bordereau eran idénticas, comprobando que era Esterhazy y no
Dreyfus el espía al servicio de Alemania. Se dice que Picquart despreciaba a
los judíos, pero estaba convencido de la inocencia de Dreyfus y por ello empezó
a hacer investigaciones personales, que ratificaron su creencia en la
culpabilidad de Esterhazy.
Este personaje, Esterhazy, era parisino de nacimiento. Se
dice era “simpático y buen conversador, mitómano, ingrato, ladrón, estafador,
cruel con las mujeres, copropietario de un burdel, asiduo escribiente de “La
Libre Parole” (…) Sus perpetuas deudas y sus muchas amantes lo llevaron a
venderse a los alemanes” (Pacheco,
1999). Se habrían encontrado cartas de años anteriores en las que
aseveraba su odio hacia Francia. Estas serían las pruebas de que era él, el
verdadero culpable.
La milicia francesa con estas nuevas pruebas, en vez de juzgar
a Esterhazy, trasladó a Picquart a Túnez alejándolo del caso. Hubert
Henry empezó
a falsificar documentos que inculpaban a Dreyfus e incluso a Picquart y, Esterhazy,
sostuvo que los argumentos contra él “eran calumnias judías y que si Francia le
fallaba iba a recurrir a la protección del Káiser, soberano de su familia”. (Pacheco, 1999). En 1898, Henry confesó
que fue él quien elaboró esta documentación incriminatoria en la oficina de
inteligencia en la que trabajaba y posteriormente se suicidó. (Cherem, 2004)
Esterhazy fue absuelto y huyó a Inglaterra, donde terminó sus
años sin ser puesto tras las rejas, lo que provocó que Emile Zola, escritor francés
muy reconocido dentro y fuera de su país, escribiese una carta abierta al presidente
Félix Faure titulada: “Yo acuso”, en la que declaraba que:
"La verdad está en marcha y nada la detendrá. El caso no ha comenzado hasta hoy, porque sólo hoy las posiciones están claras: por un lado los culpables que no quieren que se haga justicia; por otro, los justicieros que darán la vida porque se haga... Cuando se entierra a la verdad, la verdad se concentra, adquiere tal fuerza explosiva que, el día en que salta, hace volar todo con ella.",
con lo cual “perdió todo: su obra, su fortuna
y hasta su vida”.
En este contexto, “por vez primera en la historia los
intelectuales reunieron firmas de apoyo desplegados en la prensa con el fin de
oponerse al poder monolítico del Estado”. Este levantamiento de intelectuales indujo a que en 1889, el gobierno “llevara a cabo un nuevo juicio”, pero los
militares condenaron por segunda vez a Dreyfus ya que no eran capaces de
“asumir su fragilidad y reconocer la conspiración. Sin embargo, esta vez la corte
marcial absurdamente añadió el lema: "con circunstancias atenuantes"
para poder cambiar la sentencia, en lugar de cadena perpetua, a diez años, la
mitad de los cuales ya había cumplido”. (Cherem, 2004).
Con el país dividido en dos y la amenaza de guerra civil, al
nuevo presidente Loubet no le quedó más remedio que indultar a Dreyfus. En 1906
Dreyfus fue rehabilitado. Se anularon todos los cargos y en la misma Escuela
Militar de su degradación se le restauraron su espada y todas sus insignias y
fue hecho caballero de la Legión de Honor. (Pacheco, 1999).
Conclusiones
Bajo los antecedentes descritos y apoyados en los artículos
revisados se puede concluir que:
Alfred Dreyfus fue un chivo expiatorio, acusado y
condenado mediante un juicio, que empleó como única prueba un documento
falsificado, todo ello, basándose en un sentimiento antisemita que al parecer
emergía entre los ciudadanos franceses. De acuerdo a lo que dice Nedda Anhalt
en el artículo de Silvia Cherem (2004) “vivo con la convicción de que este caso alude al
pasado, pero también al presente. El affaire Dreyfus fue un crimen
contra el espíritu del ser humano y, en especial, en contra del judaísmo”.
Lo más patético es que a Dreyfus, una sociedad militar, civil
y el propio Estado, lo tacharon de traidor a la patria, por ser un espía. Fueron
los otros los que lo inculparon falsificando documentos, avivando una
conspiración contra un hombre que ni se imaginaba que sucedería en ese fatídico
día, a quien le “robaron los mejores años de su vida, no vio crecer a sus
hijos, lo separaron de su mujer, lo acusaron de un crimen que no cometió”.
Al final de esos 12 años parecería que hubo una
reivindicación, pero esto no es así. “Los culpables nunca fueron perseguidos,
los archivos fueron empapados de discreción y posteriormente destruidos, y el
injusto affaire no sólo transformó para siempre la vida de todos los
integrantes de la familia Dreyfus, sino también del novelista Émile Zola quien
escribió su célebre J´accuse y murió misteriosamente asfixiado
en 1902, de Picquart —jefe de la Sección de Estadística, quien descubrió evidencia
de la inocencia de Dreyfus y al haberla hecho pública ante sus superiores fue
apresado e incriminado como "espía" y traidor— y además de las
comunidades judías que fueron nuevamente un blanco perfecto como chivos
expiatorios.” (Cherem, 2004).
Este caso, si bien se encuentra cerrado y acaeció hace más de
un siglo, considero que de cierta forma aún está vigente al día de hoy. Por un
lado, los aspectos racistas, xenófobos o simplemente de no alinearnos con la
ideología del otro han producido que en varias esferas de la sociedad se
incurra en injusticias, y por otro, el uso o abuso del poder corrompe a la
justicia y permite que bajo cualquier medio se opte por la falsificación o
alteración de pruebas para salvarse de ser juzgados por crímenes imputables y condenar
al otro.
Referencias
Cherem S. (2004, febrero)
Nedda Anhalt: "El affaire Dreyfus sigue abierto" Casa del Tiempo Recuperado de http://www.uam.mx/difusion/revista/feb2004/cherem.html
Pacheco J. (1999, 31 de
marzo). El affaire Dreyfus y el laberinto de la conspiración Letras Libres. Recuperado de http://www.letraslibres.com/mexico/el-affaire-dreyfus-y-el-laberinto-la-conspiracion
Redacción El Tiempo.
(1994, 30 de enero). La historia absuelve a Dreyfus. El Tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-282822017