martes, 22 de octubre de 2019

L´affaire Dreyfus (Caso de racismo, falsificaciones y error judicial)

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https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20190919/47461862317/caso-dreyfus-antisemitismo.html

Suceso francés de repercusión internacional, en el que se entrelazaron el espionaje, las intrigas, la división política y el error judicial

Introducción

En el presente trabajo se realizará un breve resumen del Caso Dreyfus, proceso que se inició en Francia en 1894 y que duró 12 años; en el cual, el capitán judeo francés Alfred Dreyfus fue acusado de “traición a la patria” en cuanto se dijo que había filtrado información militar secreta a Alemania. Este caso tuvo repercusión no solo dentro del país si no a nivel internacional ya que se trató en palabras de Silvia Cherem (2004): “uno de los antisemitismos más virulentos que hasta entonces se conociera y quedó para la historia como un vergonzoso ejemplo del conflicto de intereses que prevalece entre la ética y la política”.

Para realizar esta síntesis, nos basaremos en el artículo "La historia absuelve a Dreyfus" del diario El Tiempo (1994), en el artículo "El affaire Dreyfus y el laberinto de la conspiración" de José Pacheco, escrito en la revista Letras Libres (1999) y en el artículo de Silvia Cherem: Nedda Anhalt: "El affaire Dreyfus sigue abierto" escrito en la revista Casa del Tiempo. Posteriormente, se realizará un análisis de las circunstancias y el contexto en el que se desarrolló este caso, lo que permitirá llegar a las respectivas conclusiones.

Resumen

Francia, 1894. El mayor Hubert Joseph Henry, subjefe de contra espionaje del Ministerio de Guerra francés, intercepta un documento dirigido al agregado militar alemán en París, el coronel Maximilien von Schwarzkoppen. Este bordereau era una lista de documentos estratégicos militares que habían sido puestos en venta. Se podía suponer que únicamente un “oficial del estado mayor podía tener acceso a ellos” y entre estos se apuntaba como posible conspirador al ingeniero politécnico Alfred Dreyfus, todo ello bajo la premisa de que Dreyfus a más de ser judío era “alsaciano, es decir casi alemán, y hablaba el maldito idioma del enemigo” (Pachecho, 1999). Aun cuando este “era uno de los pocos judíos que logró ascender en la milicia francesa y, creyendo en los valores libertarios de igualdad que su país ofrecía, desdeñó su identidad judía y se asumió como "profundamente francés"(…)”

Una vez inculpado, el oficial Dreyfus en medio de tretas, fue sometido a una prueba caligráfica en la cual como parte del análisis se observaría que “si temblaba, era culpable; si se mantenía sereno, estaba fingiendo”. Con las pruebas realizadas se pudo observar que su letra se asemejaba a la del documento implicatorio, pero esto no podía tomarse como única e indudable prueba ya que, “en una época en que la escuela francesa había unificado los rasgos caligráficos de todos los estudiantes y en la medida en que los rasgos de un pulso se parecen a los rasgos de otra persona con la misma edad y la misma instrucción”, no era de extrañarse que los rasgos tengan cierta similitud.

Al encontrarlo culpable, Dreyfus fue degradado. Le arrancaron sus insignias, rompieron su espada y lo hicieron caminar ante una multitud que gritaba frases antisemitas. Aun cuando muchos deseaban que fuera condenado a muerte por alta traición, fue sentenciado a cadena perpetua en la Isla del Diablo en la Guyana Francesa, lugar inhóspito, infernal, “donde agonizaba siendo vigilado día y noche, sin poder dormir ni hablar con nadie y enfermando de malaria.”

En 1896, el mayor (¿o coronel?) Marie Georges Picquart, quien sería jefe del Departamento de Inteligencia francés, encontró entre la basura del agregado Schwarzkoppen un petit bleu, una carta dirigida al mayor Ferdinand Walsin Esterhazy. Utilizando documentos con su escritura evidenció que la letra de este y del bordereau eran idénticas, comprobando que era Esterhazy y no Dreyfus el espía al servicio de Alemania. Se dice que Picquart despreciaba a los judíos, pero estaba convencido de la inocencia de Dreyfus y por ello empezó a hacer investigaciones personales, que ratificaron su creencia en la culpabilidad de Esterhazy.

Este personaje, Esterhazy, era parisino de nacimiento. Se dice era “simpático y buen conversador, mitómano, ingrato, ladrón, estafador, cruel con las mujeres, copropietario de un burdel, asiduo escribiente de “La Libre Parole” (…) Sus perpetuas deudas y sus muchas amantes lo llevaron a venderse a los alemanes(Pacheco, 1999). Se habrían encontrado cartas de años anteriores en las que aseveraba su odio hacia Francia. Estas serían las pruebas de que era él, el verdadero culpable.

La milicia francesa con estas nuevas pruebas, en vez de juzgar a Esterhazy, trasladó a Picquart a Túnez alejándolo del caso. Hubert Henry empezó a falsificar documentos que inculpaban a Dreyfus e incluso a Picquart y, Esterhazy, sostuvo que los argumentos contra él “eran calumnias judías y que si Francia le fallaba iba a recurrir a la protección del Káiser, soberano de su familia”. (Pacheco, 1999). En 1898, Henry confesó que fue él quien elaboró esta documentación incriminatoria en la oficina de inteligencia en la que trabajaba y posteriormente se suicidó. (Cherem, 2004)

Esterhazy fue absuelto y huyó a Inglaterra, donde terminó sus años sin ser puesto tras las rejas, lo que provocó que Emile Zola, escritor francés muy reconocido dentro y fuera de su país, escribiese una carta abierta al presidente Félix Faure titulada: “Yo acuso”, en la que declaraba que: 

"La verdad está en marcha y nada la detendrá. El caso no ha comenzado hasta hoy, porque sólo hoy las posiciones están claras: por un lado los culpables que no quieren que se haga justicia; por otro, los justicieros que darán la vida porque se haga... Cuando se entierra a la verdad, la verdad se concentra, adquiere tal fuerza explosiva que, el día en que salta, hace volar todo con ella.",  

con lo cual “perdió todo: su obra, su fortuna y hasta su vida”.

En este contexto, “por vez primera en la historia los intelectuales reunieron firmas de apoyo desplegados en la prensa con el fin de oponerse al poder monolítico del Estado”. Este levantamiento de intelectuales indujo a que en 1889, el gobierno “llevara a cabo un nuevo juicio”, pero los militares condenaron por segunda vez a Dreyfus ya que no eran capaces de “asumir su fragilidad y reconocer la conspiración. Sin embargo, esta vez la corte marcial absurdamente añadió el lema: "con circunstancias atenuantes" para poder cambiar la sentencia, en lugar de cadena perpetua, a diez años, la mitad de los cuales ya había cumplido”. (Cherem, 2004).

Con el país dividido en dos y la amenaza de guerra civil, al nuevo presidente Loubet no le quedó más remedio que indultar a Dreyfus. En 1906 Dreyfus fue rehabilitado. Se anularon todos los cargos y en la misma Escuela Militar de su degradación se le restauraron su espada y todas sus insignias y fue hecho caballero de la Legión de Honor. (Pacheco, 1999).

Conclusiones

Bajo los antecedentes descritos y apoyados en los artículos revisados se puede concluir que:
Alfred Dreyfus fue un chivo expiatorio, acusado y condenado mediante un juicio, que empleó como única prueba un documento falsificado, todo ello, basándose en un sentimiento antisemita que al parecer emergía entre los ciudadanos franceses. De acuerdo a lo que dice Nedda Anhalt en el artículo de Silvia Cherem (2004) “vivo con la convicción de que este caso alude al pasado, pero también al presente. El affaire Dreyfus fue un crimen contra el espíritu del ser humano y, en especial, en contra del judaísmo”.

Lo más patético es que a Dreyfus, una sociedad militar, civil y el propio Estado, lo tacharon de traidor a la patria, por ser un espía. Fueron los otros los que lo inculparon falsificando documentos, avivando una conspiración contra un hombre que ni se imaginaba que sucedería en ese fatídico día, a quien le “robaron los mejores años de su vida, no vio crecer a sus hijos, lo separaron de su mujer, lo acusaron de un crimen que no cometió”.

Al final de esos 12 años parecería que hubo una reivindicación, pero esto no es así. “Los culpables nunca fueron perseguidos, los archivos fueron empapados de discreción y posteriormente destruidos, y el injusto affaire no sólo transformó para siempre la vida de todos los integrantes de la familia Dreyfus, sino también del novelista Émile Zola quien escribió su célebre J´accuse y murió misteriosamente asfixiado en 1902, de Picquart —jefe de la Sección de Estadística, quien descubrió evidencia de la inocencia de Dreyfus y al haberla hecho pública ante sus superiores fue apresado e incriminado como "espía" y traidor— y además de las comunidades judías que fueron nuevamente un blanco perfecto como chivos expiatorios.” (Cherem, 2004).

Este caso, si bien se encuentra cerrado y acaeció hace más de un siglo, considero que de cierta forma aún está vigente al día de hoy. Por un lado, los aspectos racistas, xenófobos o simplemente de no alinearnos con la ideología del otro han producido que en varias esferas de la sociedad se incurra en injusticias, y por otro, el uso o abuso del poder corrompe a la justicia y permite que bajo cualquier medio se opte por la falsificación o alteración de pruebas para salvarse de ser juzgados por crímenes imputables y condenar al otro.

Referencias

Cherem S. (2004, febrero) Nedda Anhalt: "El affaire Dreyfus sigue abierto" Casa del Tiempo Recuperado de http://www.uam.mx/difusion/revista/feb2004/cherem.html
Pacheco J. (1999, 31 de marzo). El affaire Dreyfus y el laberinto de la conspiración Letras Libres. Recuperado de http://www.letraslibres.com/mexico/el-affaire-dreyfus-y-el-laberinto-la-conspiracion
Redacción El Tiempo. (1994, 30 de enero). La historia absuelve a Dreyfus. El Tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-28282


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