jueves, 26 de diciembre de 2019

Sucesos extraordinarios

Super extenso, pero me gustaría que lo lean. 

MILAGRO
1. "Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural." 
2. "Suceso extraordinario que provoca admiración o sorpresa." 

Al finalizar el, año deseo contar algo que me pasó en este 2019. 

Independientemente de la religión o creencias que se tengan o si simplemente no se tiene ninguna, créanme cuando les digo que los milagros existen y se presentan a cada instante de formas insospechadas, motivo por el cual, tal vez no los tomamos en cuenta. 

Luego de terminar un proyecto en el que trabajaba, me fui de vacaciones a México a vivir y convivir (aunque sea como turista) con una cultura que me llama mucho la atención.

Fuimos con mi Santi para las fiestas de día de muertos, y luego de una caótica llegada, con parada improvisada y muy desagradable en migración... puedo decir que en resumidas, la pasamos genial.

El tour tranqui pero a full, yendo, como por ocho días, de un lugar a otro, conociendo lo bueno y lo malo, disfrutando de la picante gastronomía y compartiendo las costumbres de la gente mexicana. Más o menos al quinto o sexto día, un dolor de espalda empezó a querer arruinarme los pocos días de turismo que faltaban.

 Cabe aquí hacer un graaaaaan paréntesis y remontar en los recuerdos a una lejana noche de lluvia en la que, después de pegarme par tragos y regresar en taxi a casa, subí las gradas y me fijé que mi celular prestado (porque había perdido el mío), se iba en el taxi. Inmediatamente intenté detenerlo chiflando y regresando por mis pasos para alcanzarlo, pero una terrible caída con golpe en el lado izquierdo de la columna, cerca del coxis me lo impidió.

Rápidamente bajo la lluvia, intenté incorporarme pero fue inútil, pese a lo amortiguada que estaba por los tragos, el dolor era punzante e insoportable. Subiendo a gatas llegué a la puerta de entrada, a gatas igual llegué a mi habitación y como si de una lagartija se tratase, me subí a la cama, recostándome boca abajo y casi sin respirar para que el dolor no se sintiera. Esto debe haber sido tipo 2am, posiblemente me dormí un poco o tal vez solo estaba aletargada esperando que amanezca. Cuando empecé a ver un poco de luz, empecé también a gritar a mi madre, o al menos es lo que creo. Luego de algunos intentos fallidos, por fin me escuchó y fue a verme. Ahí estaba, postrada, adolorida, enchuchacada...

Pero bueno, esa es otra historia. La cuestión es que desde esa caída ocurrida hace más de 10 años, llevo a cuestas un dolor un poco tonto en la parte baja de la espalda, a la que he dado en llamar mi "lado malvado" y se trata de una sensación algo así como un intenso golpe de viuda que no para nunca, aún cuando he hecho sinnúmero de terapias: imanes, reflexología, compresas frías, calientes, electroshocks, quiroprac...sis????,así como pastillas desinflamantes, ungüentos, masajes, etece, sin ver nada de mejoría, haciendo de este malestar ya una parte de mí. 

Retomando el viaje a México y esos últimos días de dolor de espalda que no solo respondía al "lado malvado", si no a otro, producto de las caminatas hechas por  una persona sedentaria, le comenté al Santi que no soportaba el malestar y él por dos noches me aplicó una pomada que, si bien bajaba ligeramente el dolor del sedentarismo, poco hacía por el dolor antiguo.

En el último día de nuestro viaje, el itinerario marcaba en la mañana visita a la iglesia de la Virgen de Guadalupe y por la tarde a las pirámides de Teotihuacán. Con un poco menos de dolor pero preocupada por el largo camino que me esperaba, llegué al enorme complejo dedicado a la patrona de los mexicanos, pensando en que sería uno de mis últimos esfuerzos y que en la noche tendría desmedido tiempo para descansar en el aeropuerto. Nos habían dicho que habría una misa a las 11am, y ahí estaba yo, mujer de poca fe, en un lugar "santo", atiborrado de gente de variadas ciudadanías esperando para participar en una celebración a la que en mi país casi nunca asisto.

Entonces, sólo pensé "déjate llevar y disfruta el momento". Delante y detrás de nosotros se encontraban simpáticos personajes, uno parecía un narcotraficante, con barba, tatuajes y perforaciones, otro llevaba su ropa toda rota y un poco sucia, más allá una anciana encorvada y así, otros fervientes feligreses.

Algo simpático fue ver a los curitas que estaban tras la mesa de la celebración, tomándose selfies; luego supe que eran de Colombia o Brasil y comprendí, claro, como cualquier otro mortal, de ley quieres dejar documentado cuando asistes a la casa de algún personaje importante del cual eres fanático, y entonces me pareció hasta tierno.

Ya en la misa, cerré los ojos y me dejé llevar. De un momento a otro me encontraba ahí en acto de oración y lo único que me nació hacer es dar las gracias por todo lo que la vida hasta aquí, me ha dado. Lo segundo que hice fue hacer una única petición. Fortaleza. Fortaleza para afrontar tanto las cosas buenas como las cosas malas.

Cuando la misa se acabó, salimos a hacer el ritual de bendecir los recuerdos adquiridos y luego sin que esté en el programa, un grupo de danzantes indígenas llegó al centro del lugar y empezaron otro ritual ancestral. Esto que estábamos presenciando, para mí fue algo único, era una simbiosis, una sinergia, un despliegue de la mejor energía de más de una creencia o religión.

Pasó el tiempo y recordé que luego iríamos a las pirámides y en ese momento pensé en mis dolores de espalda y de pronto, un escalofrío me invadió... El dolor del sedentario pasó por completo, pero eso no me asombró ya que desde el día anterior gracias a la pomada y masajes de mi Santi ya estaba mejorando. Lo que me hizo que sintiera hasta miedo, (que se yo temor a lo desconocido), fue que el dolor ese que cargaba a cuestas por años y años, bajó considerablemente de intensidad hasta hacerse casi imperceptible.

He aquí el milagro, he aquí lo incomprensible. Muchos dirán, fue por la pomada, pero en varias ocasiones había usado diversos tipos de cremas analgésicas y desinflamatorias y nada había ocurrido, hasta ese momento. 

Y ahora que se acaba este año, que haciendo un balance, puedo decir que me dio más cosas positivas que negativas, quisiera agradecer a cualquier ser, materia, ente o lo que sea que hizo un milagro en mí, pudo haber sido Dios o la Virgen guadalupana para los creyentes, pudo ser la naturaleza, mi fuerza interior, la vibra de energía positiva que manaba de la gente que visitó ese lugar santo, los cantos y danzas de los indígenas, los científicos que lograron sintetizar una cura en esa pequeña pomada o todo a la vez, lo cierto es que a fin de cuentas los milagros suceden.

Ya voy 50 días casi sin nada de dolor del lado malvado, al principio me sentía rara y hasta lo extrañaba, y ahora sigo pensando que uno debe agradecer, agradecer con fuerzas y pedir, pedir no cosas materiales sino anhelar cosas que trasciendan.

Y ustedes? Que milagro han vivido??? 

¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?

  Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...