Conseguir gafas de sol y disfrutar de la noche engamuzada sin opinión del corazón, mientras libros caen, libros caen, caen libres y deslumbran en su eterno deshojar, solo libres frente quien alguna vez fue el jolgorio de una chamizada.
Al instante se cuadrícula la palabra, bambolea entre las rejas y no retorna a su principio, escapa y es inútil detenerla, vive en la penumbra.
Frascos, cristales cataráticos que guardan en sus panzas alargadas y oblicuas, remembranzas de un ayer sin remedio, de un ayer construido con risas, estabienes y lamentos.
Desconectada, dentro de una sensación a mariposas negras arremolinadas en la esperanza, lucha contra su templanza, con sus dedos retira la amarillenta gaza que la ahoga y marchita y entonces...
De lo audaz a tu brillo. Pastillas pastillas cura milagrosa para desenvolver la sien, hasta que todo se desvanezca en la madrugada.