viernes, 29 de mayo de 2020

Reflexiones personales acerca de la falsificación documental


La falsificación de documentos resulta un tema interesante y que se debe analizar con lupa, literalmente.

Cuando pequeños (tal vez podría depender de la sociedad en que se crece), en ocasiones uno se ve tentado sin conocimiento de causa a falsear, en principio nuestra palabra, ya que no sabemos escribir y luego también a través de la escritura. ¿Quién no se ha visto por lo menos tentado a falsificar la firma de los padres o a cambiar la calificación en la libreta de calificaciones?  Es con el tiempo que uno empieza a tomar conciencia de que este acto, en el que el fin es obtener un beneficio pero no de la mejor manera, puede ser condenado, a veces cómo un delito penal o  a veces con un mal visto de personas allegadas.

Una vez, un colega restaurador acudió a mí para pedirme que participe con él en un proyecto de intervención de bienes culturales del Estado. En ese momento yo me encontraba trabajando en una institución pública, y por ello me era imposible participar, ya que como funcionaria pública no podía ejercer otro trabajo para el Estado.

Entonces mi colega me comentó que la verdad no era que requería que trabaje directamente con él porque ya tenía conformado su equipo de trabajo, lo que necesitaba era presentar mi perfil como parte de la propuesta con la que iba a postular y para ello necesitaba únicamente mis firmas como contratista de la intervención, que luego él se haría cargo de todo y que me pagaría mensualmente por que vaya a firmar la documentación requerida. Rotundamente me negué.

Luego de un tiempo, cuando ya había olvidado todo esto, me encuentro con otra colega y me me felicita por participar en un proceso de contratación. Perpleja, le digo que yo no he participado en nada y mientras venía a mi mente incidente antes mencionado. Muy molesta averigüé sobre el tema y me encuentro con mi nombre en el proceso de contratación. ¿Cómo es posible que mi nombre figure ahí como contratista? Pues este “colega” con el que anteriormente había participado y quien, al margen, no tenía título de restaurador, debió haber tomado documentos de trabajos anteriores y falsificado mi firma.

Este incidente me molestó mucho, sobre todo porque si hubiese “ganado” me vería muy afectada y podía incluso hasta perder mi trabajo e incurrir en algún tipo de delito. Por suerte no “gané”. Luego de ello no supe de esta persona. Ahora no sé cómo actuaría frente a él y la verdad en ese momento ni pensé en hacer o no algo frente a este hecho.

Y así a través del día a día, uno se puede dar cuenta de cómo se alteran documentos, a veces se puede sentir tentado, por ejemplo cuando se requiere la firma del jefe para algún trámite y éste es muy ocupado y no tiene tiempo para uno, pero luego se recapacita y se piensa en lo que estas simples acciones pueden ocasionar.


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