Sigue el Tiempo tañendo las horas en melódica insurrección, fieras van horadando el impulso futil llamado "vida" y se apremian a menguar a la Cordura.
Frente a mí, inconclusa se presenta la Razón, compañera de crímenes sutiles, que desequilibrada e imperfecta alucina, mientras se pierde en la vacua penumbra del recuerdo, y desde este recóndito lugar lanza granadas de absoluta ironía.
Y el Cuerpo, pobre de él, en definitiva no halla qué hacer, si doblegarse al lo mundano y permitir que lo posean o permanecer inmóvil, frio, astral.
La polea tira hacia uno y otro lado, rasgando la soga, alma de la Verdad que en el esfuerzo de mantenerse invulnerable, se somete al apostador de turno intentando ridículamente ganar una partida que se forjó desde un principio en contra de ella.