La obra de Caravaggio, su influencia en el pensamiento religioso de la época y en su propia vida.
INTRODUCCIÓN
Europa siglo XVI, el mundo de Occidente se encuentra convulsionado por la represión ideológica que conlleva la batalla de poder religioso entre los estados y la Iglesia. A la par de la religión católica imperante florecen otras; que más allá de responder a una creencia, surgen como rompimiento de los intereses políticos y geoestratégicos dominantes. El mundo está revuelto; la Iglesia católica es cuestionada, pero este cuestionamiento más allá de debilitarla la fortalece.
En esta época de agitaciones sociales nace Michelangelo Merisi da Caravaggio, de quién el tratadista Antonio Palomino dijo “tuvo la valentía de pintar”. Caravaggio, hombre apasionado, díscolo y perturbador, se enfrentó a toda la vorágine que se produjo en ese entonces en Europa. Nació en Caravaggio, lugar cercano a Milán y del cual tomara su nombre, huérfano de padre a temprana edad y posteriormente en su adolescencia de su madre, salió de su pueblo natal hacia Milán e irrumpió de forma violenta en su adultez, haciendo de su día a día un continuo trajinar. Tahúres, prostitutas, soldados conformaban su grupo social; la noche y las tabernas comprendían parte de su escandalosa forma de vida. A lo largo de su existencia se vio como un alma errante, que debió transitar de un lugar a otro, sea huyendo de la ley o de sus propias concepciones.
Caravaggio estuvo supeditado a realizar obras religiosas y de género por encargo tanto del clero como de monarcas, además de mecenas del arte. Su reputación así como su obra no siempre fueron bien vistas, muchos de sus cuadros debieron ser corregidos para poder presentarlos en público, ya sea porque él era muy crítico respecto a su propio trabajo, como porque algunas de ellas no seguían los cánones establecidos. Introdujo en su obra la técnica del claroscuro, que hacía de sus cuadros una representación tenebrista de la realidad. Uno de los aportes más importantes de Caravaggio al arte fue la creación de un nuevo movimiento artístico: el barroco.
En el año 1597, pinta el cuadro Judit cortando la cabeza de Holofernes, tema muy demandado por la iglesia católica a los pintores y escultores de la época y que representa una escena del libro de Judit, obra apócrifa la cual en uno de sus segmentos plantea los detalles de la decapitación de Holofernes, - general asirio que pretendía sitiar al pueblo judío de Betulia- en manos de Judit, una bella viuda judía que pasó a la historia como redentora del pueblo israelí. Caravaggio, a diferencia de muchos de sus contemporáneos que alzaban al cielo el estandarte de recatados y fieles a los preceptos establecidos, se mantuvo apegado a sus propias convicciones y en gran medida gracias a la vida bohemia que llevó pudo y supo plasmar una realidad tan natural, sin intimidarse frente a la representación de la belleza o la fealdad y ello se puede apreciar en el mencionado cuadro.
En este trabajo entreveremos la vida del artista, la influencia que pudo causar en él, el tiempo en el que vivió o cómo Caravaggio influenció también en la sociedad de la época; y por último nos centraremos en una de sus obras, que si bien no es la más comentada, representa lo que Caravaggio fue, lo que la Iglesia fue y lo que el artista entregó al arte y a la historia, el inicio del estilo barroco.
DESARROLLO
Desde el siglo I aC se habla ya de una iglesia católica, cuyo patrón es San Pedro discípulo de Jesús; esta religión es la predominante a lo largo de gran parte de la historia, sobre todo de los países de Europa Occidental; pero a partir del siglo XVI, varios “religiosos, pensadores y políticos” empiezan a crear nuevas ideologías que generan una transformación en la posición que tenía la religión imperante. Martin Lutero y Juan Calvino son algunos de esos pensadores. Lutero era un sacerdote católico agustino que analizó las doctrinas medievales y rechazó el “complejo sistema sacramental de la iglesia católica” que llevaba a cuestas un sin número de exageraciones, entre ellas la más criticada fue la “venta de indulgencias” que servirían para pagar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Esta nueva tendencia fue llamada Reforma Protestante. Se tiende a creer que en respuesta a este nuevo movimiento se empieza a crear una Contrarreforma, la Reforma Católica, pero no es así; ésta se inicia mucho antes como norma regulatoria no llegando a institucionalizarse sino después de la aparición de la Reforma Luterana y entonces sí se esforzó por impedir el avance de las doctrinas protestantes (Historiacultural.com, 2010). A raíz de estos movimientos se llevó a cabo el Concilio de Trento que no era más que una congregación en la que llegaron a ciertos acuerdos respecto a los procedimientos sacramentales de la Iglesia, algunos de ellos tenían que ver más con aspectos de organización dentro del clero y otros que son los que nos compete, con respecto a la representación del arte religioso, las normas y directrices sobre las cuales debían ejercer su labor los artistas (Wikipedia, 2012).
En este caótico escenario nace Michelangelo Merisi en Caravaggio, pueblito romano cercano a Milán y del cual tomara su nombre. La fecha de su nacimiento no es posible precisar con claridad, se presume pudo haber sido el 29 de septiembre ya que en este día se honra a San Miguel Arcángel y por ello su nombre; el año también es cuestionado ya que se decía había nacido en 1973, cuando en realidad nació en 1971. Esta confusión se dio ya que Caravaggio solía restarse la edad; específicamente cuando llegó a Roma se quitó dos años “por las consideraciones que recibían allí los jóvenes talentosos por parte de los mecenas”(V.A., Grandes maestros de la pintura, 2006, pg. 14).Gracias a su padre, que se dice fuera el magister (arquitecto) del duque de Milán y marqués de Caravaggio, Francesco Sforza; el joven artista pudo acceder a la protección de familias poderosas como ésta, que lo acompañarán a lo largo de su vida y le ayudarán a entrar al mundo del arte.
Caravaggio inició su vida artística realizando bodegones y naturalezas muertas, pero no de la misma manera como eran concebidas en la antigüedad, el puso en sus representaciones un enfoque más real y hasta cierto punto tenebroso, utilizando ya desde un principio la técnica del claroscuro, “que llegó a escena mucho antes del arribo de Caravaggio a la pintura, pero fue éste quien le dio la técnica definitiva, oscureciendo las sombras y transformando el objeto en un eje de la luz, cada vez más penetrante”( Lambert, 2001,pg. 11). Posteriormente se planteó realizar cuadros de género, en ellos representaba a muchachos de la época, a ancianos, a mujeres; de forma tan acercada a la realidad que exaltaba las imperfecciones de estos personajes que en su mayoría eran entes de las calles, de las noches, de los tugurios; por esta representación tan cruda sería acusado de naturalista.
Se presume que su primera obra de carácter religioso fue San Francisco recibiendo los estigmas, y que el cardenal Francesco María del Monte, embajador del duque de Toscana se conmovió al ver el cuadro y propuso a la Santa Sede se le dé “cobijo y cubierto”, a cambio de que éste sea el pintor oficial de la orden clerical. Desde ahí continuaría su carrera artística ligada a la representación del arte religioso. Se lo considera el precursor del arte barroco. La palabra portuguesa barroco significa “perla de forma irregular” o “joya falsa”, algo que está recargado. Este término fue empleado por los críticos de una época posterior al siglo XVII de manera peyorativa. Barroco significa, realmente, absurdo o grotesco. (Gombrich, 1997, pg. 387). Es posteriormente que se le da un valor estético preponderante.
En muchas ocasiones su estilo artístico y su irreverencia en el momento de representar imágenes santas, fueron fuertemente criticadas; la Iglesia que se encontraba aún envuelta en escándalos y que debía obedecer ciertos parámetros, no podía permitirse obtener obras de arte que estuviesen fuera de los cánones establecidos, el clero debía adquirir cuadros que sirvieran como adoctrinamiento mas no como panfletos contestatarios o como radiografías del mundo en el que su autor se desenvolvía. En varias ocasiones a Caravaggio le tocó volver a crear sus obras o por lo menos retocarlas; por un lado por la influencia de la Iglesia sobre éstas y por otro porque había momentos de arrepentimiento por parte del artista al colocar una imagen o al proyectar de cierta forma la luz y las sombras. Cuadros como La muerte de la Virgen o La Virgen de los palafreneros fueron fuertemente criticados y hasta censurados, el primero por representar a la Madre de Dios en su lecho toda hinchada, desmejorada, sin el halo de santidad; el segundo a la vez por representar una imagen de María con su madre y el niño de forma tal que los rebajó a simples mortales, sin el yelmo de santidad a cuestas.
Caravaggio fue un hombre de carácter reacio, infinidad de veces se vio envuelto en problemas con la agentes y oficiales, de ahí su rechazo absoluto hacia la fuerza policial. Por su estilo de vida, en dos ocasiones agredió de muerte a dos personajes, esto le llevó a tener que huir para no ser apresado y pasar de Milán a Roma, posteriormente a Nápoles, a Sicilia y luego de vuelta a Milán, dejando en cada lugar la huella de su ingenio. La mayoría de sus enfrentamientos tenían que ver por ajustes de cuentas, por apuestas perdidas o porque no deseaba ser sometido por las leyes, ”….pues era éste de carácter rudo e irascible, siempre dispuesto a sentirse ofendido, e incluso a clavarle un puñal a cualquiera” (Gombrich, 1997, pg. 392). Muere en las costas de Porto de Ercole, unos de sus biógrafos dicen que de malaria, otros de disentería, otros por circunstancias no conocidas e inclusive se dice que fue asesinado por sus enemigos, el hecho es que murió solo sin nadie que lo asista y al igual que toda su vida, durante su muerte se presentó un halo de misterio.
Una de las obras que llevan un realismo “de momento” o “moto”, que parecería congelar la escena, es su cuadro Judit cortando la cabeza de Holofernes, en el cual se denota la maestría del artista por capturar los segundos en los cuales Judit cercena el cuello de Holofernes y este aún parece encontrarse con vida. La escena de Judit y Holofernes era muy exigida a los artistas de la época pero ellos se prestaban a representar el momento después de la decapitación, con una joven llevando la cabeza del hombre. Y es que precisamente como se iban dando las cosas dentro de la Iglesia, ésta debía normar y corregir a los herejes y aquellos que atenten contra el Evangelio, entonces qué mejor manera de adoctrinar si no con representaciones de este tipo, donde el bien triunfa sobre el mal.
Este cuadro es uno de los más violentos de todos cuanto pintó Caravaggio (Grandes maestros de la pintura, 2006, pg. 50) y representa a Holofernes, general de Siria, que pretendía sitiar el pueblo de Betulia y obligar a los judíos que adorasen al rey asirio Nabucodonosor en lugar de Yavé (Rose Marie & Rainer Hagen, 2010, pg. 322), estos se encontraban a merced del tirano y pensaron en rendirse y sujetarse a sus preceptos; pero apareció Judit, una joven viuda de belleza extraordinaria que sedujo al asirio para posteriormente degollarlo y salir triunfante con su cabeza tomada de los cabellos, para darla al pueblo en una alforja, en representación de su libertad; la mujer fue vista como salvadora del pueblo israelita.
La representación de la escena como ya lo hemos dicho antes, toma el instante mismo en el que Judit degolla a Holofernes; él se encontraba recostado en el lecho, posiblemente esperándola para satisfacerse de ella y de pronto sin si quiera poder reaccionar a lo que sucedía, Judit con sus tersas y delicadas manos y su rostro fruncido en señal de repugnancia, no se sabe si por la presencia del malvado o por el acto que iba a cometer, entierra en el cuello el cuchillo que robase la vida del hombre y del cual brota un chorro de sangre que podría parecer algo exagerado y un tanto irreal, pero que al contrario es capturado en el segundo mismo en el que brotó del infeliz. El hombre alcanza a clamar un último grito de desesperación, al no saber que sucede y en segundos comprender que va a morir.
El Libro de Judit relata que la mujer agarró de los cabellos la cabeza del sirio al tiempo que decía: "¡Dame fortaleza, Dios de Israel, en este momento! Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza” (Judit 13,6-8). En el texto apócrifo, una sierva espera a Judit fuera de la habitación con una alforja donde meter la cabeza, pero Caravaggio se ha permitido plasmarla junto a la bella mujer; en contraste a la juventud y lozanía de Judit, aparece en el acto una anciana decrépita, con muchos años a cuestas y de una fealdad que se cuela por entre sus arrugas, ésta al igual que el espectador presencia el instante en el que Judit roba la vida a Holofernes y espera con la alforja en sus manos que se dé por terminado el acto.
CONCLUSIÓN
¿Cuánta influencia tuvo en Caravaggio el contexto social en el que vivió? Por un lado la presión de la Iglesia y sus ideas sobre el “decoro” y cómo se lleva una existencia honorable; por otro sus ansias de vivir al extremo, de compartir su vida con la gente de más baja calaña, sirviéndose de ellos como modelos para representar las más santas escenas religiosas. ¡Qué contradicciones! ¿Cómo vería la Iglesia el que un artista que no tenía mayor remordimiento en ufanarse de llevar una vida impúdica; en palabras de Van Damer, pintor nórdico contemporáneo: “se contoneaba con la espada al cinto, seguido por un criado, de un baile cortesano a toro, siempre dispuesto a meterse en una pelea o a una discusión, de modo que resultaba muy difícil congeniar con él.” (Historia del Arte, Nauta, 2001, pg. 2); representase escenas religiosas que debían servir de doctrina cristiana?
Es posible que para la gente que vivió en ese período, la obra de Caravaggio sea un insulto a las costumbres y forma de vida de la época. La crudeza con la que representó los cuerpos, esa arrogancia con la que plasmó su punto de vista, cómo él veía su entorno. Pero al mismo tiempo, ¿Cómo podía la sociedad y específicamente la Iglesia, censurar su obra, si lo que el artista hizo fue transcribir a detalle lo que las Sagradas Escrituras encerraban? ¿No sería conveniente entonces censurar la doctrina de la Iglesia? ¿Acaso no nos encontramos frente a una doble moral que por un lado plantea el seguimiento de normas de “decoro”, pero que por otro lado sobre sus dictámenes se asienta una sombra de impudicia?
Michelangelo Mesiri sí, fue irreverente, llevó una vida licenciosa y posiblemente en ciertas ocasiones se pasó de la raya, pero fue más auténtico que la falsa moral de la sociedad del siglo XVI, que tiraba la piedra y escondía la mano. Él fue más humano y piadoso que la Iglesia, convivió con la muchedumbre y supo de sus necesidades y carencias; mató, se envileció, pecó; pero entregó todo de sí en sus obras. Los representantes de la Iglesia, envueltos en trajes y “casullas” fabricados con hilos de oro y encajes de plata, ufanándose de bondad y misericordia; arremetían contra el artista, por usar en sus cuadros como modelos a prostitutas para encarnar a la Virgen y a vagabundos en el papel de apóstoles, y por tramar las escenas más santas en garitos y socavones, pero, ¿no eran ellos también quienes buscaban saciar sus instintos en estos lugares y además proclamarse defensores de los pobres y al mismo tiempo virar la esquina cuando se encontraban con uno de ellos frente a frente?
“Gracias a Dios”, hubo aquellos que vieron en sus obras algo más que una simple rebeldía, hubo esos adelantados a la época que pudieron apreciar lo que el artista les y nos legaba: la técnica, la sensibilidad, el poder calarnos hasta los huesos con imágenes que parecen tan reales. En mi intento de “decapitar la moralina de la iglesia”, me he visto más bien presa del encanto del artista; sigo pensando que las falsas morales estuvieron presentes en la época de Caravaggio y aún hoy en día nos siguen como sombras; pero más bien lo que quisiera con este trabajo es enganchar al lector para que se inmiscuya en la obra y en la vida de Michelangelo Merisi, que saboree la exquisitez de su obra. He descrito solo una de sus obras y no lo he hecho a profundidad justamente con la intención de que a partir de este instante quien lea estas líneas tenga la necesidad de investigar más sobre Caravaggio y el contexto en el que vivió.
Bibliografía
Gombrich, Ernest. La Historia del Arte. Traducido por Santos Rafael Toroella. Londres: Phaidon, 1997.
historiacultural.com. 2011. http://www.historiacultural.com/2010/07/reforma-protestante-y-contrarreforma.html (último acceso: 26 de 01 de 2012).
Lambert, Gilles. Caravaggio. Colonia: Taschen, 2001.
Rose Marie & Rainer Hagen. Los secretos de las obras de arte,Tomo II - Desde los inicios hasta el Renacimiento. Barcelona: Taschen, 2010.
Varios Autores. Grandes maestros de la pintura: Caravaggio. Barcelona: Sol 90, S.L., 2006.
Varios Autores. Historia del Arte. Barcelona: Nauta, 2001.
Wikipedia. 26 de 01 de 2012. http://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Trento (último acceso: 26 de 01 de 2012).