domingo, 27 de mayo de 2012

EL SILBAR DE UN NAUFRAGIO



Espera, acércate y escucha...
No soy yo quien te habla sino yo, la de acá. Estás listo para esto? Pues yo no, aún no sé cómo decirlo.
Bien, comencemos. 
Esa tarde te esperé cómo de costumbre atrapada en mí, supe que no me verías y aún cuando quise gritar, las manos ligeras de mi incertidumbre aprisionaron la voz. Y te vi dudar y te vi molesto y por último vi perderte entre la gente; falté, pero no fue así, ahí estaba, tan solo no me escuchaste.
En otra ocasión pactamos el encuentro y fui y me viste y estuvimos ahí, sentados los tres. Y fui feliz, claro que sí. Hasta que en tu rostro (imaginé dirás tú) vi cómo se caía a pedazos la ilusión. 
Próxima vez. El teléfono molestamente repicaba y la ausencia de tu voz al otro lado me hizo intentar en más de  once ocasiones buscarla entre los kilómetros de ondas y nada, no estaba. Tarde comprendí lo que  sucedía:   no tenías intención de contestarme.
Te dejé de lado, en la cuneta de la vía rápida y me olvidé de esa obsesión, cuando por venganza puede ser, el destino hizo que cruzase por ese mismo lugar y me vieras y te aferraras a mí para no dejarte abandonado, ignorado. Y de mí esperé seguir impávida sin hacer caso de tus ecos, pero fue inútil, me ganaste y me acurruqué junto a ti. Estás linda musitaste, quise que tus palabras no carcomieran mi mundo;  pero tarde, ya me habías seducido. Entonces otra vez el juego, otra vez apostándolo todo.
Quise ganar la partida, en más de una oportunidad hice trampas, lo admito. Pero si nos ponemos francos tú estrategia tampoco fue limpia. Y nos herimos y cada uno sufrió desde su vértice y cada uno ya sea antes o después saco la bandera blanca y cada uno sonrió al ver a los otros en el piso y cada uno curó las mutilaciones del otro y así seguimos hasta que ya sin fuerzas nos dimos por vencidos.
Luego, más temprano de lo que hubiera esperado estamos aquí, uno junto al otro y llenos de interrogantes. Sujetas mis manos y me pides te lo explique y no sé como hacerlo, pienso, doy vueltas en mi cabeza al tumor de pensamientos que quiere salir pero nada, es imposible.
Entonces tomo impulso, fuerzas de donde nada queda y mientras acaricio tus mejillas me aparto de ti, lo último que vez de mí es una sonrisa,  yo en cambio tus ojos cuestionantes.  Al girar, ya cuando no puedes si quiera oírme y menos aún verme,  las lágrimas una a una comienzan a rodar, de un momento a otro el ligero sollozo se convierte en llanto audaz y el corazón se me quiere salir. Y de pronto ella ríe y la odio y no la comprendo y su risa me hiela, no la soporto, forcejeo y al final cómo siempre gana. Desvalida, recojo las trizas de lo que fue mi corazón y las guardo, suturándome el pecho y ella vuelve a reir.

lunes, 7 de mayo de 2012

Un café servido en ausencia

Un café.
Solo eso te pedí.....y  a cambio me diste carencia de ti. 
Debería acostumbrarme, pero la verdad es que más bien ya está empezando a fastidiarme.
Desde siempre, desde esos tiempos en los que nos iba bien yo lo dejaba todo por ti; y cuando el hielo se fue agrietando y de amor quedaba, pero muy ligeramente; también hacía intentos por contener los pedazos rotos. Y de ti, un "hoy no puedo". 
Cuando la tormenta llegó con su desgracia a cuestas y nos dejó vacíos y desnudos, apareciste a medias.  Luego, cuando de los despojos se irguieran nuestras vidas cicatrices, regresas, te me imprimes, te invito a un café y un largo silencio de un día entero es lo que obtengo.
"No es por despreciarte", me dices, es que tenías cosas que hacer. Y con cada una de esas palabras vienen a mí los recuerdos de tanta negación. Ya no debería sorprenderme, y bueno a fin de cuentas creo que ya ni me hiere, lo único que me molesta es haber perdido el tiempo enviándote misivas que parecían más bien tiros al aire.




Si un día decides acompañarme a brindar con una taza, ten por seguro que no me voy a negar, o al menos espero no hacerlo, sé lo que se siente y no quisiera hacerte sentir eso.

Ese aroma de perderlo todo

Dos infelices...eso somos.
Y tú aquí y yo allá, atrapados en los inverosímiles pensamientos del otro. 
A que se debe esta terca necedad de torturarnos de esta manera? así, sin más, matándonos sin contemplación, pudiendo haber tomado la opción de ser felices, afrontando los miedos; porque eso es lo que nos consume, ese sabor a temor de no saber que será de (del) nosotros.
No me quieres devolver tu amor, hace rato ya me lo negaste, y entonces te pido me entregues tu amistad y si no.... dame tu ausencia, pero completa, no regreses cada cierto tiempo a quitarme mi centro, a jugar con mi gravedad y luego desvanecerte. 
Suficiente tengo ya con extrañarte y aguantar el grito amargo de tu lejanía para que ahora vengas a removerme el alma y luego lentamente y con malicia me arrojes al abismo de tus silencios.
Y me dices que no debemos vernos, que de amigos ni hablar, que nos haríamos mucho daño... y yo me pregunto acaso es posible lastimarnos más? Es posible sentir más dolor del que nos hemos ya causado? No lo creo, no creo que el corazón aguante.
Hoy te busqué, como tú antes lo hiciste, pero a diferencia de mis prontas respuestas, las tuyas son tan vacías, tan ningunas, tan silentes que me preguntó no será todo esto parte de tu venganza.

martes, 1 de mayo de 2012

UN SER QUE HABITA EL MUNDO Y NADA MÁS



Si alguna vez te dije tantas palabras, sean ya hirientes o suplicantes; si te mostré tantos de mis temperamentos, furia, rabia, miedo, resignación;  si te lleve por caminos oscuros y vacíos o a la vez llenos de pasión; lo hice solo con un fin, el de ver en tus ojos esa mirada ya desvanecida, lo hice con la intención de que reaccionaras. 


Caminando varios pasos y desde mi posición actual, miro hacia ese momento y reflexiono. Observo de la manera más objetiva el porqué tú corazón no responde y me doy cuenta. !Cómo no lo supe antes! Si de ti no recibí respuesta alguna es porque lo que alguna vez nos unió ya estaba muerto.


Y hoy me saco el luto.....Ya han pasado cuantos inviernos en los que se me congelaba el cuerpo, ya pasó el tiempo en que se me desgarraba el alma al traerte en imágenes a mí. Que si te olvido me pregunto si te preguntas? Pues eso intento, borrarte por completo, no guardarte en el baúl de las memorias como fueron tus últimos deseos. 


Y por lo menos hoy ya no tengo tantas ganas de llamarte y si las tengo, me las trago, las retengo y giro en  la esquina de la vida. Además..... lo mejor que gane con tu partida fue el liberarme y liberarte de ese amor veneno que nos enviciaba y a mí me envilecía. 


Me despido, frente al cadáver de lo que fuimos. Lagrimas habrán, claro que sí,  pero ya no serán como las de antes que me agrietaban las entrañas, las que vendrán (y sé que serán muchas por esa incontrolable necesidad de desahogarme) ya no me helarán las mejillas; me sonrojarán la nariz, eso siempre pero ya no se quedarán a vivir dentro de mí.





Si alguna vez lees estas líneas y te preguntas si estoy bien, no tienes más que traer a tus ojos la última imagen que tuviste de mí, esa soy y esa sigo siendo, no te odio como creíste que lo hacia, pero tampoco te quiero ya, para mí un extraño, un ser que habita el mundo y nada más.


¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?

  Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...