Dos infelices...eso somos.
Y tú aquí y yo allá, atrapados en los inverosímiles pensamientos del otro.
A que se debe esta terca necedad de torturarnos de esta manera? así, sin más, matándonos sin contemplación, pudiendo haber tomado la opción de ser felices, afrontando los miedos; porque eso es lo que nos consume, ese sabor a temor de no saber que será de (del) nosotros.
No me quieres devolver tu amor, hace rato ya me lo negaste, y entonces te pido me entregues tu amistad y si no.... dame tu ausencia, pero completa, no regreses cada cierto tiempo a quitarme mi centro, a jugar con mi gravedad y luego desvanecerte.
Suficiente tengo ya con extrañarte y aguantar el grito amargo de tu lejanía para que ahora vengas a removerme el alma y luego lentamente y con malicia me arrojes al abismo de tus silencios.
Y me dices que no debemos vernos, que de amigos ni hablar, que nos haríamos mucho daño... y yo me pregunto acaso es posible lastimarnos más? Es posible sentir más dolor del que nos hemos ya causado? No lo creo, no creo que el corazón aguante.
Hoy te busqué, como tú antes lo hiciste, pero a diferencia de mis prontas respuestas, las tuyas son tan vacías, tan ningunas, tan silentes que me preguntó no será todo esto parte de tu venganza.
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