Un café.
Solo eso te pedí.....y a cambio me diste carencia de ti.
Debería acostumbrarme, pero la verdad es que más bien ya está empezando a fastidiarme.
Desde siempre, desde esos tiempos en los que nos iba bien yo lo dejaba todo por ti; y cuando el hielo se fue agrietando y de amor quedaba, pero muy ligeramente; también hacía intentos por contener los pedazos rotos. Y de ti, un "hoy no puedo".
Cuando la tormenta llegó con su desgracia a cuestas y nos dejó vacíos y desnudos, apareciste a medias. Luego, cuando de los despojos se irguieran nuestras vidas cicatrices, regresas, te me imprimes, te invito a un café y un largo silencio de un día entero es lo que obtengo.
"No es por despreciarte", me dices, es que tenías cosas que hacer. Y con cada una de esas palabras vienen a mí los recuerdos de tanta negación. Ya no debería sorprenderme, y bueno a fin de cuentas creo que ya ni me hiere, lo único que me molesta es haber perdido el tiempo enviándote misivas que parecían más bien tiros al aire.
Si un día decides acompañarme a brindar con una taza, ten por seguro que no me voy a negar, o al menos espero no hacerlo, sé lo que se siente y no quisiera hacerte sentir eso.
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