jueves, 20 de octubre de 2016

Días caídos

Luego de jornadas imparables transformadas en meses, el tiempo se detiene para decantar una que otra idea tuerta.
Basta conocerme, para saber que algo anda mal y por eso en la letra algo anda bien, o así lo creo.
La ira despierta en la uña del pie, sube, crece y se precipita hacia las alturas, llegando trilladamente a la coronilla.
Para mi mala suerte, se activa el “modo defensa” en “código lagrimones para su mersé” y lo que es peor frente a sinnúmero de cuatro o cinco voyeristas.
El frío se encarga de secar las lágrimas pero no detiene la infame hinchazón bajo los ojos. Días después aún estoy avergonzada dentro del oscuro hueco.

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