Tomo una gran bocanada de aire, hincho mis pulmones y lo dejo salir. Esto no resuelve nada.
Cierro los párpados con fuerza esperando poder blanquear mi mente. No. Sigue sin dar resultado.
Como quisiera un cigarro, sé que tampoco aliviaría esta tribulación en la que transito, pero al menos me controlaría un poco.
Bla, bla, bla, todo para calmar mis ánimos pero no resulta, no consigo sacar esa vocecilla rasposa que tañe en mi cerebro en un tono agudo y que se vuelve insoportable.
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