Te me antojas inquietante sobre el borde de mi ventana. El vidrio se empaña y yo entrecorto mi mirada. La palpitación no me permite levantarme del letargo, solo siento tu piel que me llama y quiere hurtarme o dispararme de mi realidad.
Intento llenar mi mente de obstáculos para no pensarte, no recordarte porque me haces daño; pero por más que lo intento siempre estás presente.
jueves, 8 de diciembre de 2011
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