Arrimada a la penumbra me distraigo
mirando hacia mis vértices.
Ególatra dirán! Condéneme por ello.
Me exploro,
encontrándome tan distinta a cada paso.
Soy lo que soy y no me excuso.
En momentos no me soporto,
pero luego veo esas sonrisas,
esa mirada asustadiza
y me encariño nuevamente de esa criaturita.
Sé que no me conozco por completo,
que aún a estas alturas me guardo secretos.
Pero tengo la afortunada certeza
de llevar el privilegio
de saber más que los otros.
A cierta hora de la noche,
me desvisto de las corazas y me muestro tal cual soy
Frágil, simple, vulnerable...
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