No te odio a ti, no te inquietes.
Es tan solo que odio esas latacungas y esas ibarras, esos pactos, pacchijales y caimitos, odio ese tan cercano valle.
No te odio a ti, no te abrumes.
Es tan solo que odio esos búnburys y guardarrayas, esos anathemas y algo de sabinas, ay! hasta ahí llegaste.
No te odio a ti, no te agites.
Es tan solo que odio esas cartas desde iwo jima, esas trilogías del padrino, esos buenos, malos y feos, que en ocasiones el sueño o las caricias los vencieron.
No te odio a ti, no te alarmes.
Es tan solo que odio los recuerdos que te recuedan, esos rincones recorridos y los que no también; esas canciones que eran nuestras y esas que hablan de ti sin que si quiera sepas, odio el extrañarte, odio que seas un extraño, odio no poder escapar de este odio.
Odio estas palabras.... que mientras se imprimen se coagulan y ya empiezan a apestarme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?
Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...

-
La obra de Caravaggio, su influencia en el pensamiento religioso de la época y en su propia vida. INTRODUCCIÓN Europa siglo...
-
Enclavado en el lugar denominado por Carlos I de España como Villa Imperial de Potosí, se avista imponente hasta nuestros días el Cerro Ric...
-
Hoy precisamente hoy se reúnen en sus minúsculas realidades todos esos (incluyéndome)que aseguran que hoy hace años A no nos conquistaron. ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario