viernes, 19 de diciembre de 2014

Un presente a los amigos...

Hoy durante el estrepitoso despertar, entre lagañas, pies fríos y chuchaqui; pongo stop al pitido de la alarma que se cuela entre mis sueños, acuchillándolos y matándolos en el acto e intento inútilmente levantarme, pero las pesadas cobijas me aprisionan. Empiezo a divagar, a tratar de recordar el ayer y las imágenes se disponen ante mí ligeras y borrosas. Algarabía, felicidad, festejo. Fin de la película. Retazos de recuerdos, de amistad en sepia y de amistad a full color. Pienso.


Mientras uno va desarrollándose en la vida, conoce seres que incluso cuando no están, están. Mismos rostros, (bueno tal vez no en lo físico pero si en la esencia), mismas voces, (bueno tal vez más carrasposas), mismas miradas, (bueno tal vez más arrugadas). En fin los mismos pero tan distintos que todavía nos reconocemos irreconocibles.

Y aún cuando los encuentros sean un tanto acometados (fugaces y esporádicos), es interesante saber que la imagen de su luz perdura a través de los distintos tiempos y las distintas vidas  y es más cautivador aún, saber que esta ilógica cenestesia incorpórea, es la que nos permite seguir siendo lo que somos: amigos. 

Varios círculos me envuelven, varios grupos, varias presencias, todas ellas aportando cúmulos de alegría, enseñanzas y distracciones. Conocer a quien conocí y cada cierto tiempo reconocerlo y reconocerla y cada cierto tiempo reconocerme a mí en él o ella, hace de este sentimiento, de este estado, de esta espiritualidad llamada amistad, un algo tan valioso, un "precioso", un milagro.

En estos tiempos (y en cual quier otro la verdad), quisiera dar un obsequio que perdure, quisiera demostrar mi legítimo cariño, quisiera dejar aunque sea una brizna de recuerdo para quien yo recuerdo. Fácil (bueno ni tanto) sería comerciar la amistad y entrar en gastos con grandezas o pequeñeces que puedan o no gustar a quien recibe. Pero quise más bien dar algo hecho con mis manos. Cuando pensé y pensé que podía ofrecer, casi me siento a llorar al ver que mis torpes manos no saben hacer nada bello... ni rico. Entonces empecé a unir y coser estas palabras esperando lograr algo lindo, algo de corazón, algo que demuestre todo mi amor por cada uno de ustedes.

Y aquí estoy... terminando este escrito, esperando que quien lo lea se sienta identificado y lo atesore como el presente ofrecido a mi buen amigo/a.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Muséalo todo...

Qué es museable? Q no es museable? Cual es el límite de lo museable? Existe un límite?
Hoy por hoy el museo se ha convertido en un espacio ya no solo para un grupo de individuos "vip", sino que la sociedad en general (incluidos también los importantes ), se ha empoderado de estos espacios y por esta razón, los museos se deben a ellos. La prioridad de sus funciones también han ido desarrollándose en base a las necesidades y exigencias del público consumidor.
Y estas necesidades y exigencias también se van transformando con el tiempo. La sociedad direcciona que objetos quiere ver-conocer, que historia quiere contar y como quiere contarla; y además que no quiere ver, que quiere ocultar (tema para otro debate); entonces el museo se convierte en el portavoz de lo que sus usuarios quieren conocer y dar a conocer al resto (otro tema a debatir, la identidad).
La globalización y la mundialización, entendiéndolas, la primera netamente en el ámbito de mercado y capital económico y la segunda en aspectos de sociedad y cultura,  junto con las TIC,  han permitido acortar distancias, atravesar obstáculos (podríamos citar el lenguaje), acceder, aprender, aprehender y disfrutar de espacios, sitios y lugares lejanos.  Entonces, lo que la sociedad actual quiere ver y mostrar,  no es lo mismo que quiso ver y mostrar la sociedad, sin ir muy lejos, de fines del siglo pasado. 
Las interrogantes son varias: que es lo que ahora la gente, el ciudadano del mundo quiere ver y mostrar? Qué objetos vamos a presentar como gestores culturales y portavoces de la historia? Hasta que punto podemos mostrar un objeto vano (objetos de la cotidianidad) junto a una obra del artista de turno? Cómo debemos concatenarlo? Cómo debemos tamizar q exhibir y q no? Quién nos da la potestad de decidir que se cuenta y cómo se cuenta?

jueves, 20 de noviembre de 2014

Conservación de bienes culturales: plan y gestión

En los "espacios de la memoria" (museos, sitios arqueológicos, bibliotecas, archivos, entre otros),  la conservación de los bienes culturales se la debe manejar de forma transversal, siendo competencia de todas las áreas que conforman una u otra institución. 
Más allá de conocer las técnicas de conservación o restauración, lo cual es imperativo, por parte de todo el equipo de un museo, sitios arqueológicos, biblioteca o archivo a varios niveles dependiendo de sus cargos y funciones, lo que se debe plantear son propuestas macro que permitan alcanzar todas las metas de cada sitio.
Y como una de las metas de estos espacios de la memoria, es la salvaguarda y puesta en valor de sus colecciones, obras, objetos, bienes culturales en fin, habría que preguntarse: ¿Exactamente qué protegemos, de qué protegemos y cómo las protegemos?. Estas interrogantes permitirían generar planes y proyectos que ya sea a corto, mediano o largo plazo posibiliten el alcanzar dichas metas.  
Sería interesante que desde estos espacios se generen por ejemplo planes de gestión de riesgos, dentro de los cuales se esbocen diversas estrategias de  salvaguarda de los bienes; y sería aún más interesante que estas estrategias o el interés por diseñarlas, nazca desde los GADS y desde el Estado, de acuerdo a los lineamientos que den tanto los encargados de los organismos culturales como la comunidad que es para quien a fin de cuenta existen estos lugares.
Antes de plantear estrategias para la salvaguarda de los bienes culturales, se debe tener en claro ciertas definiciones tales como: riesgo, accidente, incidente, amenaza, vulnerabilidad, prevención, gestión de riesgos, entre otras. El conocer estos términos nos permitirá saber a qué nos enfrentamos en el momento de proponer uno u otro plan de acuerdo a nuestras necesidades.
A continuación presento los pasos  de un modelo metodológico que puede servir para elaborar planes de gestión de riesgos de bienes culturales en general.
MODELO METODOLÓGICO PARA IMPLEMENTACIÓN DE UN PLAN DE GESTIÓN DE RIESGOS
Un modelo metodológico no es más que el conjunto de normas y procedimientos básicos de actuación ante un factor de deterioro o amenaza, que debe tener en cuenta las la toma de decisiones, los procedimientos técnicos y a la sociedad. La metodología permitirá conocer de manera didáctica las medidas de prevención para reducir y/o mitigar el riesgo, no sólo sobre los objetos, si no sobre sus contenedores (museos, iglesias, bibliotecas, archivos, etc), así como del personal encargado y los usuarios. Los pasos a seguir dentro del modelo metodológico son:
1. Establecer el contexto. Definir los alcances y objetivos del plan.
2. Identificar, analizar y evaluar los riesgos
3. Establecer recursos
4. Aplicar medidas emergentes
5. Ejecutar planes de control de riesgos
6. Analizar la posibilidad de tratamientos directos en los bienes
7. Evaluación del plan
8. Monitoreo y difusión
Bibliografía
  • Meden, Susana. 2005 Conservación Preventiva: plan y gestión. Buenos Aires: Pontificia Universidad Católica de Argentina.
  • Ander Egg, Ezequiel y Aguilar María José. 1989. Cómo elaborar un proyecto: Guía para diseñar proyectos sociales y culturales. Buenos Aires: Talleres Gráficos Litodar
  • ICCROM. 2009. Manual de gestión de riesgos de colecciones. Roma: ICCROM.  http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001862/186240s.pdf

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Espacios de la memoria

Se tiene claro que los museos, sitios arqueológicos, bibliotecas y archivos (y hoy por hoy también otros sitios), son los lugares donde se cuenta la historia y por ende son el hogar, en el doble sentido de la palabra, de la memoria social. Bajo esta premisa, ¿cómo se puede plantear una sinergia entre los distintos espacios de memoria? ¿qué medidas se pueden tomar para que exista una manera de simbiosis que permita contar la historia en conjunto y no segregada?
Desde mi punto de vista lo primero que se debe hacer (y que al parecer desde hace tiempos se quiere hacer en el Ecuador, pero que hasta ahora no se llega a ver una luz), es la conformación de los sistemas y redes; así, cada red y sistema se relacione con los otros y se pueda formar una especie de "organismo vivo", que se nutra, se desarrolle, sea interactivo, se reproduzca y se transforme) de espacios de la memoria.

La interdisciplina como pieza clave para la gestión de museos

Un museo se forma de la colección de piezas museables (llámense artefactos, objetos, obras, cosas o cómo quieran llamarse), del espacio donde se encuentran dispuestas las mismas y, no menos importante, del personal que está a cargo. 
Las colecciones pueden variar en cuanto a su naturaleza, origen o utilidad y pueden formarse de una mínima o extensa cantidad. Por su lado el inmueble donde se encuentra el museo puede ser grande o pequeño, moderno o antiguo, público o privado. Pero qué sucede con el personal de los museos?
Al igual que el continente y el contenido de un museo, el o los individuos que están a cargo de este, también pueden tener diferentes características que se forjen de acuerdo a las necesidades de cada sitio. Lo importante bajo mi consideración es que exista un equipo de trabajo integral. El museo no solo se conforma de colecciones y el museógrafo o museólogo. La gestión del museo comprende desde el personal de limpieza, el personal de seguridad, el administrador del inmueble, el curador, el restaurador, el equipo de diseñadores gráficos y multimedia,  los comunicadores y businessmen que vendan el producto museo, en fin... 
De acuerdo al origen, naturaleza y posibilidades de un museo,  se puede ir armando un equipo interdisciplinario. Pero no un equipo formado de buenas intensiones, en el cual a una sola persona se le encomiendan actividades varias y que deba forjarse bajo el lema de "ensayo y error". 
Lo que se requiere es, aún cuando nos implique un costo, o conformar un equipo de profesionales, que en el país sí los hay, o capacitar continuamente al personal con el que ya contamos en temas relacionados al museo, de acuerdo a sus habilidades. Como ya lo he mencionado, cualquiera de las dos opciones (personalmente sugiero que más conveniente es la primera) implican un gasto, que debe verse más bien como una inversión.

martes, 11 de noviembre de 2014

Pura palabrería con té

Acudo a ti dispuesta a ser. 
A forjarme (formatearme), desamarrarme de unos pocos temores (no todos)  y gravitar. 

Casi doce horas seguidas tecleando frente a la com-PUTA-dora y el tic del ojo se empieza a agudizar. Qué decir de la yema de los dedos y el escafoide de cada muñeca.

Mañana en la mañana, mañanísima madrugada, inicia un nuevo ciclo. "El fin justifica los medios" me oigo decir con esa vocecilla interna y desubicada, mientras la otra le censura por tanta falta de sutileza en el pensar.

Pero antes de transportarme al día siguiente del día pasado, pienso en concluir. Ahora. En este preciso momento. En este microsegundo. Que estas sean las últimas palabras. Pero entonces, qué sentido tiene haber iniciado esta amalgama de ideas y sentimientos? 

Abatida por un gran y pomposo séquito de dudas, me dispongo a soltarme de espaldas al abismo imaginario y dejarme caer. Lanzo monedas (también imaginarias) al cielo (también imaginario) a ver si alguna de ellas me ayuda a elegir; y, mientras la última resuena en su descenso, el sueño se va apoderando de las venitas ya enrojecidas de los ojos y de las neuróticas neuronas que sollozan por descanso.

Así que nada. Para variar un poco (usando la ironía en esta expresión), al fin de cuentas no me supe decidir. 

jueves, 21 de agosto de 2014

In sen sa tez...

La inopia llegó al punto extremo. Deudas al portador, fondos en negativo que imposibilitan el pago del plan telefónico, invitaciones con tinte de manutención, pendientes a la contribución del impuesto a la renta, sueños diluidos.  Todo conjugado en un solo momento, en una sola etapa. La escasez llegó a tal, que hasta Calíopese se aburrió de rondar.

lunes, 18 de agosto de 2014

El regreso del liebre por gato

A veces la imaginación nos encripta, transportándonos por caminos paradójicamente  inimaginables, soñamos sueños que no son sueños, bebemos sorbos de un vacío infinito y nos contentamos con falsas ilusiones, o a su vez, despreciamos sin saberlo, oportunidades enquistadas a la vuelta de la esquina.

Cada día, en esas espesas madrugadas, aprendemos a olvidar, cómo quien se quita la corteza de una mala borrachera; mientras que en los ocasos, cuando ya se va tiznando el cielo, nos acostumbramos a rearmar los recuerdos y ahí, justamente ahí, nos quedamos estancados, embobados, aprisionados, esperando el toque de queda que rompa el embrujo. 

Qué caprichosa sensación es aquella de pensar en algo, de saber algo, de creer en algo, de hacer algo, de sentir algo y de pronto... es otro algo, no es lo que nos imaginamos, ni lo que conocemos, ni en lo que creemos, ni es lo que hacemos, ni mucho menos lo que sentimos, básicamente es en potencia todo lo contrario a lo esperado.

Y entonces se percibe una especie de angustioso malestar en todo el cuerpo, desde la carótida hasta la callosidad del talón de aquiles, una comezón en nariz, ojos y alma, que entorpece las actividades cotidianas. No preciso cuando pasa y desconozco cómo llega, solo viene, se aloja por debajo de la epidermis y nos habita, se irriga entre músculos, huesos y tendones y nos asfixia. 

martes, 12 de agosto de 2014

Jonás el trapecista-clavadista


Jonás siempre quiso ser un trapecista-clavadista. Aún antes de nacer. Cuando se encontraba todavía en la panza de mamá, trepaba una de las paredes uterinas, se sostenía fuerte fuerte del cordón umbilical, y en una  cómica posición acuclillada, miraba toda la líquida inmensidad. Con sus pequeños deditos rosados, casi casi transparentes, tapaba sus minúsculas fosas nasales,  luego, con un ademán de tomar aire, se dejaba caer... La sensación de flotar, de casi volar, de estar suspendido en medio de la nada y no caer al vacío, lo llenaba de alegría.

Fuera de la panza de mamá,  la realidad era otra - uy cómo que ya quiere salir - decía su madre mientras mordía un pedazo de tela que antes fue una servilleta y ahora en minutos se había convertido en un freno paralizador o por lo menos minimizador de dolor.

Para Jonás su último clavado fue muy aturdidor. Meses antes, desde el  descubrimiento de la deliciosa sensación que le producía saltar,  lo había tomado como un hobby matutino. Y luego tardecino. Y luego nochecino. Pero una madrugada, más o menos a las 3:30 despertó decidido en hacer un super mega salto. Misma rutina, pero diferente emoción. Uno, dos, tres... Cayó al líquido vacío. Alegre, emocionado, había sido su mejor salto. De pronto algo raro sucedió. El nivel de su hermoso y cálido océano descendió... - Qué he hecho, lo he dañado - se dijo asustado. Entonces decidió quedarse quietecito, en la oscuridad de la nada.

La tranquilidad no duró mucho tiempo, el líquido ya casi se extinguía, se encontraba aterrado, aferrándose con todas sus fuerzas al cordón umbilical. El resto de esta historia le resultó un tanto confusa, así que con el pasar del tiempo prefirió olvidarla.

Lo que nunca olvidó fue la mágica sensación de ser un trapecista-clavadista. Pero esta profesión no era bien vista por su madre, la pobre sufría mucho. Una vez encontró a su pequeño bebé en el suelo junto a la cuna, otra  "accidentalmente" cayó del sofá y en una ocasión el andador quedó patas arriba haciendo volar al pequeño Jonás por los aires. Ella se sentía una mala madre, nunca supo que era él mismo  quien se aventaba, haciendo peripecias y ensayando eso que aprendió cuando era un pequeño garbancito.

En el jardín de infantes todos lo llamaban "Jonás el Increíble",  y él, muy orgulloso, realizaba sus más osadas rutinas: salto libre del árbol de guabas, caminata a un solo pie por la baranda del pasamanos y el más peligroso de todos: el maravilloso brinco triple del pupitre al escritorio del maestro y luego al librero. Esperen, ustedes se preguntarán y que tiene de osado ese brinco? Pues que se lo realizaba con el profesor sentado frente al escritorio.

En ocasiones también tenía ayudantes y colaboradores humanoides y animaloides, aún cuando estos últimos lo hacían en contra de su voluntad. Fígaro, el gato del panadero, por ser un poco bizco y sufrir de astigmatismo, era su ayudante número uno. Cómo no veía venir al pequeño si no cuando ya era demasiado tarde, no le quedaba más resignación que prestarse a su disposiciones, el escapismo no era su fuerte.

- No hagas sufrir a ese pobre animal- le retaba su madre. Pero el no creía que el gato sufriera, cómo podía sufrir, si era toda una estrella, si era una especie de héroe gatuno arriesgando una de sus tantas vidas para complacer al público y a decir verdad pienso que el gato sí lo disfrutaba.

Cuando Jonás creció, dejando atrás esas mejillas rechonchas y sonrojadas que tenía, y sus piernas se fueron alargando cómo patas de flamingo; sus brincos, saltos y maromas ya no eran del todo divertidas. Parecía una hoja de hierba luisa desgarbada. Perdió a su público. Entonces entró en una gran crisis, toda su vida desde su no vida había sido un trapecista-clavadista, no sabía hacer otra cosa. Su madre le alentaba a que haga trucos de magia, que lea cuentos, que fabrique helados de colores, que ayude a su vieja abuela a desempolvar su vieja casa. Pero nada, a Jonás ninguna de estas actividades lo motivaban.

Un día caluroso de verano, Jonás iba y venía sobando con un trapito en su mano, el aparador de la cocina de su abuela, sacando cuanto polvo se acumulaba en esas épocas; antes, había colocado en el congelador las aguitas de colores que se convertirían en helados y practicaba mentalmente el truco de las barajas que debía hacer frente a su abuela y al grupo de viejitas pasas de sus amigas, que venían cada miércoles a jugar telefunke. Todo lo hacía por darle gusto a su madre y a su abuela, pero no porque lo sintiera de verdad.

Aplausos, ovación, aclamación, vitoreos. Jonás hacía las respectivas venias, -esas viejitas realmente estan sordas- pensaba mientras intentaba tapar sus oídos para no escuchar el escándalo. Una vez terminado el show, bajaba del taburete de un indeciso salto y recordaba aquellos años en que la gente lo admiraba por sus peripecias y clavados. Entonces se entristeció. Caminó al rincón arrastrando un libro de historietas, se sentó en el piso y empezó a ojear; mientras pasaba una a una las hojas, unas pequeñas y resbaladizas lágrimas amenazaban con caer por su alargado y blanquesino rostro.

Primero del uno ojo salió Rigoberta, temblorosa, cómo intentando aferrarse al lacrimal, pero al final cayó en picada. Arnulfa se demoró un tanto en seguirla desde el otro ojo, no sin antes arrastrar con ella a Zacarina, que no quería soltar las pestañas y que no tuvo más remedio que dejarse caer. Cuando las hermanitas Lentejas iban a hacer su aparición, un gigantesco puño de camisa las cortó en el acto. Al parecer las otras lágrimas que quedaban en sus ojos decidieron tomar un atajo y se dejaron resbalar por la nariz entre mocos y zollosos que fueron eliminados por la misma manga de camisa.

Qué le causaba tanto dolor a Jonás? Por qué luego de algunas risas fingidas frente a su vetusto público mientras adivinaba el número y el color de las barajas, se encontraba ahí, sentado, mojando con sus lágrimas las hojas de su libro de historietas? Lo que le aquejaba al pobre ex trapecista-clavadista, era que sus días de gloria se habían esfumado tan prontamente, sin siquiera aviso y que ahora para lo único que servía era para fabricar helados, desempolvar casas viejas, hacer tontos trucos de magia y leer desagradables libros...

Y entonces, mientras con desgano pasaba la última hoja del libro donde se encontraba dibujada por coincidencias de la vida, una trapecista-bailarina, algo sucedió, una visión, una sensación, una inexplicable emoción. Se incorporó y salió corriendo con el libro entre sus manos. Corrió con todas sus fuerzas, cruzó calles, callejones, callejas y callecitas hasta llegar a su casa. Entró y subió dando tumbos por las escaleras hasta llegar a su cuarto. Por un momento recordó las maromas que años antes hacía a diario en ese pasamanos y sonrió de medio lado. 

Hizo un inspección visual profunda por toda su habitación, cómo detective que busca pistas, observó cada rincón, cada esquina, debajo de su cama, en el armario, sobre el velador, nada... Entonces un bombillo de luz clara y profunda se encendió en su mente, bajó las escaleras con palpitos de corazón y llegó a la sala, se irguió frente al viejo sillón color acre herencia de su abuelo y ahí estaba, el morral del colegio, ese que encierra aburridos cuadernos de aritmética y geografía, biología y ciencias sociales y que además guarda una caja, una cajita con un tesoro dentro, la caja de lápices de colores. 

En el libro de historietas, junto a la última página impresa que contiene la trapecista-bailarina, yace una hoja en blanco, tan limpia, tan llanita y Jonás emprende un oficio que no sabía si quiera que estaba entre sus habilidades natas. Líneas por aquí, líneas por allá, un medio círculo, un círculo entero. Se esmeraba en hacer hectágonos y dodecaedros, pensaba - por fin sirve de algo lo que aprendí en geometría -. Y así sin más llenó toda la hoja de garabatos que poco a poco fue pintando y dando mejores acabados. Al poco tiempo ta taaaan! He ahí, junto a la trapecista-bailarina, tomando firmemente su mano, un larguirucho saltimbanqui, con piernas de flamingo, con brazos de zancudo y una enorme y sincera sonrisa. Era él. Tomó el libro y lo colocó sobre el atril de partituras del piano de su madre y se alejó. No podía creer lo que veía, era lo más hermoso que había visto en esos días y era suyo, él lo había creado.

Entonces inició una nueva vida de aventuras. De la biblioteca de su abuelo, cortó y robó cada última hoja en blanco de cada libro que existía, con hilo y aguja las fue hilvanando una junto a otra, hasta formar un pequeño libretín. Una vez que su cuadernillo estaba listo, empezó su viaje. Escribió y dibujó. Se sintió la persona más feliz del mundo, en las hojas transcribía lo que su mente esbozaba, y ahí estaba ella, y ahí estaba él. Las luces, el trapecio, la red, todo se encontraba ahí, si no estaba en los dibujos, estaba en las palabras, todo en lo que había soñado, atrapado entre esas hojas.

Entonces, en cierta ocasión, Rigoberta, Arnulfa  Zacarina y las hermanitas Lentejas se hicieron presentes, pero esta vez estaban decididas a saltar, ya no había manga que las detenga, reían, brincaban, y esque ellas eran lágrimas,pero lágrimas de felicidad. Jonás descubrió que aún era un trapecista-clavadista, que aún podía dar grandes espectáculos y lo mejor de todo ahora tenía muchas historias que contar.



Expectativa en movimiento

Todo se derrumba ante mis petrificadas pupilas huecas. 

Es muy común que a cada etapa de la vida uno le envista de cierta expectativa, uno arma ilusiones, uno dibuja mágicas sensaciones; y en un futuro próximo, uno mira hacia atrás descubriendo que en ocasiones lo que pensamos se desarrollaría de una u otra forma, llega a ser extraordinariamente mejor.

Pero hay también esos instantes, que uno los marca y los visualiza cómo exquisitos, excepcionales, asombrosos y al final, en el paso hacia los días siguientes, uno se da cuenta que todo se desmorona, se desintegra, se escapa hacia un vacío. Es en ese preciso momento cuando el dolor llega impresionante, cómo cuando uno mira al sol directamente, como cuando uno se sumerge en lo más profundo de su ser y encuentra la nada.

Expectativas... Quién las ideó. Quién insertó ese sentimiento en nuestros cuerpos. Quién maldita sea creyó que esta sensación de imaginar algo más grande de lo que parece ser nos iba a hacer felices. 

En penumbras, (a manera de cliché) bebo un trago, me reclino ligeramente hacia el frente y espero que unas cuantas lágrimas se  escapen y rueden ligeras por mis mejillas, logrando de esta manera minimizar el peso que siento en el centro izquierdo de mi pecho. Pero pasados unos segundos las lágrimas se niegan a salir, están ahí, sé que están porque son las culpables de ese quiebre que uno siente en la garganta; y de pronto me doy cuenta. Lo he vuelto a hacer... Una vez más en esa escasa luz, me ideé nuevas y falsas expectativas; creí sentirme mejor si lloraba, pero el infame llanto ni siquiera llegó, negándome la posibilidad de saber si sentiría o no alivio.




miércoles, 6 de agosto de 2014

Teatralizando el día

Exámenes de laboratorio. 
Escena 1era: 11pm. La noche antes del día pactado. Mi habitación, el lado izquierdo de mi cama.

Mientras el sueño va apoderándose de mí, con los ojos cerrados pero aún sin descanso, me aseguro de que todo esté correctamente calculado para el día siguiente: mi cita al laboratorio. Fabrico una lista mental de los pasos a seguir y voy marcando con un visto imaginario cada uno de ellos:


  • Revisión de la hora de cita en el laboratorio: 7am. Listo
  • Cómo llegar al centro médico que está al otro lado de la ciudad? Paso 1: Madrugar. Paso 2: Mi querido novio madrugará también y me pasará viendo en su auto a las 6:15am. Listo.
  • Poner la alarma a las 5:30am. Listo.
  • Escribir una nota mental de no comer nada en la mañana. Listo.
  • Escribir una nota mental de no bañarme en la mañana para no perder tiempo. Listo
  • Asegurarme de trenzar bien mi cabello para que no sea una batalla campal el peinarlo al día siguiente. Listo
  • Dejar preparado el "outfit" (en mis tiempos era la mudada o simplemente la ropa) que me voy a poner. Listo
  • Guardar en mi bolso el papelito del laboratorio que me asigna un turno y  sin el cual no me atenderán. Listo
Y de pronto, cuando estas ideas rondan vagas y pesadas en mi cabeza, sucede. Pum! La sinapsis hace su trabajo. Primero un ligero estallido en mi cerebro, el mismo que mediante impulsos nerviosos, llega a corazón y estómago simultáneamente, para luego terminar en un abrupto abrir de mis ojos, bueno de uno de ellos. Me incorporo y no lo puedo creer, ese mismo instante escribo a mi novio diciéndole que ya no es necesario madrugar, que ya no iría al laboratorio, que ya todo estaba perdido.

Había pasado casi media semana planeando esta cita, un poco ansiosa, inclusive pensando en los resultados y lo que diría el médico al día siguiente del día siguiente. Creía que ya estaba todo asegurado. Y mientras desbarato el armario del baño casi a la media noche,  me increpo el haber sido tan tonta y olvidar algo tan básico: comprar el frasco para la muestra...

Luego de la incansable búsqueda, que sirvió para encontrar dos cajas "cerradas" de curitas que debieron haber sido compradas hace tiempo y que me hubiesen servido muy bien el mes pasado, cuando tuve que aguantarme ese dolorcito rico que produce el corte del papel en los dedos; me doy por vencida. No hay ni un solo frasquito para la muestra.

Vuelvo a recostarme y pienso en que al otro día debo llamar para cancelar mi cita médica que es para el día siguiente del día siguiente, ya que cuál sería el sentido de ir sin los resultados de laboratorio. Pero nuevamente el cerebrito me escupe ideas y pensamientos. Puedo buscar mañana en la madrugada una farmacia, comprar el dichoso frasco y encarrilar nuevamente el tren. Entonces vuelvo a escribir a mi novio, sé que aún no lee el otro mensaje y que los dos le llegarán en la mañana. En ese instante caigo como un tronco. 

Al otro día, bueno ese día exactamente 5 horas después, un brrm me despierta. Nop. no era la alarma, es un mensaje de mi amor preguntándome (o preguntándose?) si va o no a recogerme. Le digo que sí, que primero debemos pasar por una farmacia (rogando que alguna esté abierta a esas horas) y comprar el frasquito. Sin poder reconciliar el sueño, (y qué más da si solo falta media hora para que suene la alarma) me levanto, me arreglo y espero.

Escena 2da: 6:02 am. Sentada en el sillón de la sala. Cómo nunca lista antes de la hora. Mensaje de mi amor, está abajo esperándome.

Salgo como loca, corriendo como si se tratase de no perder un vuelo internacional, luchando un poco con mi perro que no aún no come y que me ruega a mordiscos que lo alimente. Al final logro esquivar los obstáculos y salgo. Me subo al auto, beso de buenos días y tour a la farmacia más cercana (o a una que esté abierta en el camino).

El viaje es lindo, escuchando aventuras inimaginables de una noche de frijoles y supongo ají,  que dejaron huella en los sueños de mi chico. Al final no supe si fue un sueño muy loco o si se trataba de una ligera pesadilla. 

Próximos al destino, rebusco en mi bolso mi monedero, no sin antes hacerme espacio sacando las cosas del mismo. Lo encuentro y vuelvo a meter todas mis cosas menos una, que al bajarme del auto, veo a través de la ventana. Haciendo señas, le indico a mi chico que he dejado sobre el asiento mis llaves. Voy y regreso casi al instante. La farmacia está cerrada, solo atiende desde el auto. 

Al final logramos comprar el frasquito plástico. Vamos hacia el verdadero destino, el laboratorio médico. Nos despedimos, entro rápidamente en busca de un baño y al llegar veo la puerta con la internacionalmente conocida muñequita, cerrada. Pienso este es el fin, pero ligeramente giro la perilla y "voilá" se abrió. Desarrugo mi lista mental y pongo el imaginario visto junto al ítem "comprar el frasco para la muestra". Vuelvo a arrugar la lista y la boto en el imaginario basurero.

Escena 3era: 7:20am. Sala de espera del laboratorio, a seis personas (turnos) de la entrada del laboratorio, a 40 minutos de que empiecen la atención, a 5% de que se acabe la batería del celular, a 4 partes para completar la sección 9 de mis clases de portugués on line, a 8 canciones de 4 minutos aproximadamente (en mi mp3 retro) de que me atiendan... 

Suena el teléfono, mi novio. Olvidé coger mis llaves que dejé tiradas sobre el asiento del auto, todo por vaciar mi bolso para encontrar mi monedero y pagar el frasquito de muestra. Y ahí mismo se dibuja en mi mente la frase resumen (hecho por mí) de mi chico "debes asignar un compartimento dentro de tus carteras para cada objeto, de esta manera siempre sabrás donde están y no pasaremos por estos ratos de micro infarto". Pero no es tan fácil, no para la mayoría de las mujeres. Considero que este es un tema de género. Y así sin más sigo esperando a que me atiendan.

Finalmente. - Número 8 - , grita la señorita del lab. Y me digo internamente - pero si yo estaba sexta o séptima -, así  que me colo por entre la gente. Entrego mi papelito y me dice - usted es la 9 -. Entonces espero; sentada, observando los rostros de los otros pacientes. 

Frente a mí una señora,  le despojan de sus zapatos... problemas de hongos.  A mi derecha en una especie de micro sala de espera una chica y un señor sosteniendo el algodoncito para después del piquete. Junto a mí el paciente 8. Siguiente. Esa soy yo. Preparan mi brazo. Sacan de un compartimento dos tubos de ensayo para las muestras de sangre. Etiquetan. Me colocan el algodoncito y espero. Numero 10. Un señor de unos 50 años,  normal, comun, básico.  Pero de pronto... La licenciada no encuentra su vena. Le pide el otro brazo. Nada, venas invisibles. Le pregunta que de cual brazo le suelen sacar sangre. Dice que es su primera vez. Me sonrió maliciosamente y me pregunto cómo pudo pasar toda su vida sin haber sido pinchado para sacar sangre ni una sola vez.

En el sitio donde estaba sentada antes, el licenciado, interponiendose entre otro paciente y mi vista, prepara su brazo. Alcanzo a ver solo sus pies, que se bambolean ligeramente de izquierda a derecha, mientras el laboratorista (licenciado) le solicita que no se mueva porque se le pierde la vena y no puede sacar más sangre. Nada. Parece que no es con él, sus pies siguen moviéndose casi de forma mínimamente epiléptica.  Se vuelve a escuchar la solicitud más fuerte. La misma escena. Ahora la solicitud es iracunda y de así sin más, el laboratista deja (arroja) el tubo de esnayo sobre la mesa y prefiere ir hacia mí a revisar mi algodoncito y ponerme un curita circular. Ya puedo irme.

Escena 4ta: 7:30 am. Autobús tipo cafetera. Día frío. 45 minutos de viaje.

Una vez en el asiento del bus, con los audífonos en su sitio y la mirada que se fuga por la ventana, ruego que haya alguien que me pueda abrir la casa, de lo contrario tendré que ir al trabajo de mi novio a buscar las olvidadas llaves. Recibo la llamada, si hay quien pueda abrirme.

Escena 5ta: 8:15 am. Casa.

Llego, desayuno y vuelvo a salir, esta vez en bici y con mi perro.

Escena 6ta: 9:00 am. Parquepuerto, día frío y sombrío, felicidad con el perruno. Posterior regreso a casa.

Jugamos, nos divertimos, pasamos el rato, lo acaricio, me lengüetea, disfrutamos. Nos vamos. Lo dejo en casa y regreso al parque para tomar un atajo al trabajo de mi novio. Lo veo de nuevo, se me ilumina el rostro, retiro mis llaves, me entero que debe trabajar hasta tarde, me entristezco y siento una ligera rabia, me resigno, vuelvo a casa para organizar mi día que ya se va convirtiendo en tarde, almuerzo algo ligero, leo algunos mails, reviso uno que otro trabajo, chateo un poco y me dedico a escribir. 

Entre uno y otro chat un amigo sugiere lanzarnos de un puente. En principio no lo creo, luego parece convincente, luego lo imagino , y pregunto los motivos. No los tengo muy claros solo sé que si van más de tres hay una especie de descuento. Continúo indagando respecto al tema y de pronto con mis preguntas y observaciones doy a conocer mi ignorancia en el asunto. - Nunca te habrás lanzado? Si es súper seguro. Una bestia de experiencia, tienes que hacerlo-.  Y entonces recordé al señor del laboratorio, ese que tenía venas invisibles,  y mi sonrisa maliciosa del pasado se borró. Entonces se transparentó mi mente: también hay cosas que a mis treinta y pico casi 3 no he hecho.  Y en este mismísmo punto no sé si esto me entristece o me llena de alegría. Es raro, por no decir complicado y complejo, que a estas alturas de la vida, no haya hecho tantas cosas que alguna vez quise o no hacer. Pero al mismo tiempo es cómo si me llenara de vitalidad y fluidez espiritual el pensar que aún las puedo o no hacer. Y  me emociona saber que aún tengo tantas primeras veces, pero a la vez eso me aterra y sugiero a mi cerebro hacer una tregua.

Escena... ya perdí la cuenta: 10:42pm. Fin del día pactado, un día antes del día siguiente del siguiente día. 

Me escurro entre las cobijas, hoy fue un día gris de felicidad, mi familia regresó de su viaje, y todo fue perfecto, salimos a comer, conversamos, nos reímos, ahora me preparo para mañana los resultados.  

Fin del comunicado.















martes, 5 de agosto de 2014

"9 meses" o "Diatriba de una historia sin título"

Qué caso tiene...
Hoy estoy de 9 meses... Ha transcurrido un tiempo largo y tedioso, con sus altibajos, más bajos (en algunos aspectos) últimamente.

Haciendo una ligera revisión técnica hacia un pasado cercano, mi mente sugiere hacerme la siguiente pregunta:  "porqué esa desidia?", a lo que yo respondo con un ya muy conocido en mí: no lo sé.

Que si dudo de mis aptitudes? 
Bueno un poco y me temo pensar que ahí está el error, que no es la falta de destrezas lo que me impide realizar oficio de interés, si no la falta de actitud.

Y es ahí donde todo se puede ver resumido en un movimiento helicoidal sin fin: no tengo el suficiente temperamento positivo, no realizo ese algo que trasciende, me bajoneo por no lograrlo y mi autoconfianza se derrumba, entonces vuelvo a no obtener ese algo que trasciende y nuevamente las hélices vuelven a zumbar.

Sé que no soy protagonista de un melodrama de fin de siglo y que no soy la única (pieza rara) que en este micro segundo está pasando por esto. Pero me insensibilizo con los demás; no me importan, me tienen sin cuidado, me vale tres &*%$%^$^*. Lo que yo quiero es mi propio e intransferible bienestar, pero por más que lucho contra ello, parece que  por mis propias manos y como para darle un toque de intriga a la trama, incorporo una especie de boicot que me devuelve a esta malsana mediocridad.

Bien, el día ya casi está a la mitad. Esperanzada en que este sea un síntoma pasajero y se extinga en las horas siguientes, suscribo de quien lea no sin antes hacer reverencia de su tiempo bien o mal invertido.




jueves, 24 de julio de 2014

Historia abstracta de una treintañera primeriza. Historia inconclusa... cómo todo




Datos históricos:
32 años de edad
10 años de profesional
2 años de noviazgo
1 perro
0 gatos
0 hijos.

Personalidad:
En la pubertad una rara niña, taciturna y desacoplada , entrando a la adolescencia una especie de melodramática joven rara con tendencias al ensimismamiento, en la veintena básicamente rara. Hoy por hoy una rara común del gran mundo común de los raros.

Rasgos físicos:
Blandita, pequeñita  y rellenita, casi casi como una especie de "omota porota". Ligeramente bizca (nada notorio), cabello con personalidad propia, ojos camaleónicos, dedos largos y delgados,  piel tercita. Juanetes.

Creencias:
Energía vital
Vibraciones positivas de la naturaleza
Ley de la causa y efecto

Gustos:
Intentar cuidar el medio ambiente
Ser internauta
Querer ser "intelectual"
Investigar, indagar, informar
Casi todos los animales en especial los perros
Conocer el mundo y sus culturas (aunque sea por internet :( )

Disgustos:
El maltrato a los animales
El desperdicio y gasto innecesario de cosas y recursos.
Esperar
Cocinar
Cualquier quehacer del hogar
El futbol
La mentira
El resto de animales que no entraron en el listado anterior (bichos y los gatos que se acercan excesivamente)

Gustos que se pueden transformar en disgustos y viceversa
La cerveza, el wisky y el vino
Conversar de arte
La farra
Cumplir a cabalidad las leyes
Los gatos
Los niños

Miedos
Todos

Ganas de:
Aprender a dibujar
Tener solvencia monetaria
Tener solvencia de palabra
Triunfar en la vida, alcanzar las metas y logros tanto profesionales como personales sin tener que pisotear a nadie y que mi esfuerzo sea apreciado. Bah!
Viajar

Anécdotas e historias con tinte cómico (y otras no tanto)
La muerte de mi hermano
La primera vez que conocí a mi chico
La segunda vez que nos reconocimos
Los dos perros de mi vida
El surgimiento de la pandilla
El día que conseguí trabajo estable. El día que lo perdí
Las largas vacaciones sin fecha de cierre
Los sueños de un negocio propio
La moda de las perforaciones
El día que boté mis zapatos verdes.











DÍAS DE MIERDA

En ese digamos, incómodo proceso de querer trascender, me enredé en mis debilidades y las infames son tan poderosas que se filtran en mis venas ahogándome lentamente.

No es que no quiera continuar caminando en la vía, es solo que no siento el horizonte, no logro divisar ni si quiera una pálida respuesta, todo es absolutamente oscuro y confuso, y en ese detrimento pierdo los estribos (aún cuando nunca los tuve).

A veces presiento que una fuerza vital intenta erguirse dentro, pero no pasa mucho tiempo y la falta de perspicacia que late en mí,  me demuestra que aún soy tan puberta en ciertos asuntos.

Año tras año he abastecido a mi intelecto de conocimiento, pero llega un ligero punto en el que siento que no es suficiente y entonces declino, me  subyago y me pierdo en marañas de ideas negativas. 

Hoy es un día de esos, un día de mierda, un día que aún cuando el sol quema radiante y cunicular las sombras de mi cabeza me nublan. Y al margen de estas palabras no queda más que echarse a dormir.



miércoles, 9 de abril de 2014

Con tanto que decir...

Bla bla bla bla bla bla, bla bbbbblaaaa bla. Bla bla bla, bla bbbbbllllla bla.
Bla!
Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Bla bla bla; bla bla bla bla b...
Bla bla bla. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla blablablablablablablabla
bla bla bla bla bla bla bla, blaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!

Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla, bla, bla, bla, bla bla. Bla bla bla bla bla bla bla????
Bla bla bla bbbbbbblaaaa bbbbbblaaaaa blllllla.

Bla... Bla bla bla bla bla?

Bla.

viernes, 7 de marzo de 2014

LA EXCLUSIVIDAD DE UN CAOS

  • Preliminar hoja en blanco que desemboca en un espacio oscuro de letras inconstantes.
  • Me enfurece el quererse creer quien no sé es y en espasmódicos momentos he pecado.
  • Se divisa un exiguo rayo, ahí, en las afueras de un aparatejo, que no me produce ningún sentimiento más allá del deseo inverosímil de mandar todo a la mierda.
  • Remienda el cristal de tus ojos nena... aún no has perdido nada, todavía.
  • Qué se yo de grandes desacuerdos, si mis pestañas aún no pueden dejar sus lagañas.
  • Un dulce más y reviento... fueron los sutiles pensamientos de una piñata.
  • Yo que padecí  de lengua larga, hoy en día la enfermedad se permutó en  "dígito rapidez"
  • Tac, tac, tac, tac: la onomatopeya del antiguo bla, bla.
  • Neo Fe de erratas: el tachón. Viva el desenfreno, no espera... muera la represión, así ambos se acobijan y todos ganamos.
  • Se intercambia palabras, como en mercado de pulgas, ahí donde encontré aquel infecto poncho del que no pude deshacerme jamás.
  • Nadie te quita lo bailado... bueno tampoco el dolor de cuerpo y la resaca.
  • Qué desperdicio de aptitudes... 13 años, (para los supersticiosos), en el camino equivocado.
  • Y en fin... básicamente eso, digo, por si acaso, al parecer ahora todos saben...


EN LA CIBERMANÍA

Bueno aquí estoy... a los tiempos perdiendo el tiempo que no perdí ya en otros asuntos.

No sé si es raro o no el recurrir a esta "bitácora digital" casi siempre cuando me encuentro vulnerable.

Me pregunto si mis fobias y mis filias aún siguen siendo las mismas... Supongo (y en eso concuerdo conmigo misma) que no. Algunas las he superado (léase: guardado en el más oscuro rincón del recuerdo para que salgan a flote en cualquier  impreciso momento) y he adquirido, a un bajo precio, otras tantas.

Un grupo de nuevas manías son el pan virtual de hoy en día, y estas tienen que ver justamente con la era digital o en términos más chabacanos, con los  "tiempos ciberdigitomodernos".

Sírvase encontrar en el link adjunto (bendita tecnología) 7 de ellas (aún cuando dicen ser 8) y así poder continuar con este "mono-chat" que supongo no recibirá respuesta.

http://www.publimetro.com.mx/tecno/ocho-nuevas-enfermedades-psicologicas-causadas-por-el-internet/mmjr!1Zs8BTnzNHI/

Pues bien, al cúlmino de la lectura, debo aceptar que son 4 las manías que se suman a las ya adquiridas durante más de 20-25 años... (no sé si logren descifrar cuáles son), pero me es preciso  aumentar tres más (que se enquistan poco a poco y que espero poder ser más fuerte): el querer publicar todo (hasta lo más íntimo) aún cuando nadie lo lea, el querer en verdad que alguno lo lea... y el aumentar a estas publicaciones, signos que figuren gestos que demuestren la emoción se tiene mientras se escribe algo, esperando que alguien lo lea.  :) :o o.O :(

Y qué hacer?? Cómo huir a esta neoexclavitud? Y más bien, es posible huir a esta neoexclavitud??
Los segundos pasan y me siento más enlodada, uno que es más propenso a adquirir obsesiones, cómo puede verse libre de incurrir en esta ciberglotonería??




miércoles, 22 de enero de 2014

Decisiones de un instante

Y al instante un día decidí:
Que no me gustaba más el café hirviendo, que quemaba exquisitamente mi lengua.
O el grato placer que las perforaciones desbordaban en mí
O llegar a tiempo a ningún lugar y a cualquier hora.

Algo cambió, algo se sumo o se restó en la vorágine.

Soy yo? O es un reflejo.
Soy ella? O es mi alma.

Es mi propia construcción, destrucción, o solo decisiones de un instante?

¿Qué huella dejamos a nuestros hijos?

  Sé que muchos no leerán la siguiente lista de enunciados y reflexiones, pero para aquellos a los que llamé su atención, les insto a que le...